30.4.06

[De regreso]

Anduve desaparecido del blog esta semana porque estuvo por acá Óscar David López invitado por el Festival de la palabra a presentar su novela Nostalgia del lodo y a otras actividades dizque literarias. Aunque puse algo de resistencia para presentar su novela (siempre me entra lo foxiano y me pregunto "¿Y yo por qué?"), finalmente acepté como muestra de nuestra amistad que hasta entonces iba creciendo poco a poco pero ahora con su visita llegó a grados inimaginables por parte de los dos--según creo. Además de este modesto escriva, estaban anunciados para presentarla mi tocayo, Sergio Loo (quien recibió en su casa a Óscar por unos días) y Gaby Torres también venida de Monterrey. Por fortuna no hubo presentación dado que no hubo público; eso, también por fortuna, no desanimó a Óscar a quien ya le habíamos advertido de la nula asistencia a las actividades del Festival puesto que está hasta el Centro Banamex, o sea, "en el culo del diablo" como gusto de decir. Digo por fortuna porque yo acabé de leer la novela la noche anterior a la presentación y por lo tanto no tuve oportunidad de preparar un texto (como sí lo hicieron Sergio y Gaby) y sólo llevaba anotaciones para decir, muy seguramente, una sarta infame de boberías.

Independientemente de eso, lo mejor de todo fue que convivimos todos casi diario: Sergio, Óscar, Gaby y yo hicimos muy buena química y anduvimos de parranda casi todos los días: la mejor fiesta fue la del miércoles, la de la inauguración del MACO en el restaurante del Lago ofrecida por la galería Kurimanzuto y Gabriel Orozco (con quien me tomé una foto), sin olvidar la del sábado pasado en la que acabamos algo pasados de copas, pero también la velada con Fernando Vallejo de la que Óscar salió en estado de levitación, la salida por Garibaldi y los toques de Sergio y Gaby (esta última diciéndole al señor: "Bájele ya o le parto en su madre"), la ida ayer por la noche al Living donde yo estaba en mi propio viaje y ellos me veían mientras adaptaban la canción de Pin Pon a mi vivencia que atestiguaban.

En verdad da un gusto enorme encontrarse por la vida con gentes con las que se comparten más de mil cosas y se tienen ideas afines y proyectos concretos: por eso Óscar y Gaby no sólo son mis compañeros de generación y mis amigos, sino mis brothers-brothers forever pues nos dimos cuenta de que eso de las soul mates nos quedaba chico. A ellos--que justo estarán llegando a su ciudad-- va dedicada mi rola favorita de Placebo: Special k.

*

No se les olvide que mañana 1 de mayo es el boicot y no hay que comprar ningún producto estadounidense (creo que ni utilizar blogger, ni ver televisión por cable, ni cine, ni muchas otras cosas además de la Coca Cola, el Mac Donald's y el Burguer Queer, etc); hay que solidarizarnos con nuestro hermanos latinos en USA. Si algún lector extranjero llega a leer esto, también lo invito a unirse a esta propuesta. Así que nada de comprar o vender esos productos.

28.4.06

[De mis histerias]

Mis más cercanos amigos coinciden al hacerme saber que me estoy volviendo cada vez más intolerante e intolerable, histérico, amargado y uno hasta ha llegado a decirme que mis opiniones misántropas son el germen de un serial killer, otro en cambio, me dijo que soy algo cursi y amoroso como para ser tan misántropo. De lo primero no hay duda: cualquier insignificancia que salga mal me pone de un humor de los mil demonios (que si el boiler está apagado, que si no se conecta rápido a Internet la computadora, que si el volumen está muy alto, que si el teléfono al que marco está ocupado, etc...), pero de allí a que quiera salir a hacer el acto surrealista por excelencia hay demasiado trecho. Incluso enfrentar cara a cara a esa humanidad que tanto odio me da una enorme pereza: no se merece ni mi tiempo ni las balas que les pueda tirar.

Grito ante la imposibilidad (o impotencia) de llorar.

26.4.06

[Booz canta su amor]

Me he querido mentir que no te amo,
roja alegría incauta, sol sin freno
en la tarde que sólo tú detienes,
luz demorada sobre mi deshielo.
Por no apagar la brasa de tus labios
con un amor que darte no merezco,
por no echar sobre el alba de tus hombros
las horas que le restan a mi duelo.
Pero cómo negarte mis espigas
si las alzabas con tan puro gesto;
cómo temer tus años, si me dabas
toda mi juventud en mi deseo.

Quédate, amor adolescente, quédate.
Diez golondrinas saltan de tus dedos.
París cumple en tu rostro quince años.
Cómo brilla mi voz sobre tu pecho.
Óyela hablarte de la luna, óyela
cantando lánguida por los senderos:
sus palabras más nimias tienen forma,
no le avergüenza ya decir "te quiero".
Me has untado de fósforo los brazos:
no los tienen más fuerte los mancebos.
Flores palúdicas en los estanques
de mis ojos. El trópico en mis huesos.
Cien lugares comunes, amor cándido,
amoroso y porfiado amor primero.

Vámonos por las rutas de tus venas
y de mis venas. Vámonos fingiendo
que es la primera vez que estoy viviéndote.
Por la carne también se llega al cielo.
Hay pájaros que sueñan que son pájaros
y se despiertan ángeles. Hay sueños
de los que dos fantasmas se despiertan
a la virginidad de nuestros cuerpos.
Vámonos como siempre: Dafnis, Cloe.
Tiéndete bajo el pino más erecto,
una brizna de yerba entre los dientes.
No te muevas. Así. Fuera del tiempo.

Si cerrara los ojos, despertándome,
me encontraría, como siempre, muerto.

Gilberto Owen, Libro de Ruth.

24.4.06

[Nostalgia del lodo]

Invitación a la presentación de la novela
Nostalgia del lodo / Nostalgie
de la boue
(Novela corta ganadora del Prix de la Jeune Littérature Latino-américaine 2005
de la Maison de Écrivains Étrangers et des Traducteurs, MEET, de Saint Nazaire, France)
(Mty, NL, 1982)
Gabriela Torres y el autor
Miércoles 26 de abril, 17 hrs,
Salón Iturbide 2, Festival de la palabra, Centro Banamex.
*
Sufro muchísimo con este rolón... la pelí se estrena el domingo en HBO.

21.4.06

[Politiquería y más verborrea]

Como muchos se podrán dar cuenta, siempre evito tratar temas muy circunstanciales en mis post, lamento decirlo pero me molesta el oportunismo de muchos bloggers que para estar a tono opinan sobre los temas nacionales e internacionales que van surgiendo y hasta pretextan un tema literario para desencadenar en la verborrea política como si no tuvieramos suficiente con la de nuestro vividores del Estado. Pues bien, para mi desgracia ahora haré lo mismo. Con motivo del inminente debate presidencial y la marcha de los migrantes (y el boicot a que todos debemos sumarnos), me avocaré a tratar esos espinosos temas. Conste, quedan advertidos, si no quieren regresar a leer eso, lo comprederé totalmente.

*

El Naco es la peor raza que parió esta mezquina especie llamada humanidad que de humana no tiene el sonido de la ache. Monterrey, por ejemplo, me dijo mi amante hace poco, "es la mayor cueva de Nacos". Pero no hay que ir hasta aquellas lejanas tierras del norte mexicano para padecerlos: con tan sólo subirse al metro, metrobús o micros y camiones de esta postapocalíptica ciudad uno se puede dar perfecta cuenta de la plaga que son. Ellos son los que crean las horas pico al atestar los vagones y pasillos con tal dirigirse rápidamente a su casa (casi siempre en el oriente de la metrópoli) porque les urge seguir preñando a sus mujeres que no saben hacer otra cosa que parir, amamantar, criar y mantener a su bola del mocosos (¡ah! y claro: lavar, tender, planchar y cocinar). ¿Quién putas madres les dio a las mujeres el derecho de hablar, de votar y ser votadas, de marchar? Su único derecho es leer una hoja en blanco donde están inscritos sus derechos. Pero bueno, las mujeres es tema aparte. Estaba yo hablando del Naco que generalmente es chaparro, prieto, mugroso--y por tanto apestoso-- y totalmente ignorante pues, muy seguramente, a duras penas sabe escribir su mísero nombre que lleva por apellido López, Hernández, García o Pérez. El apellido es su estigma: bajo él anda muy campante por los vastos y anchos territorios del planeta sintiéndose muy orondo sin tener por qué: no tiene consciencia de la vida y no tiene propósitos para con ella ni de ella. Cree que su única misión en la tierra es seguir pariendo esta peste humana, el Naco. El círculo bien redondito, pues. (¡Cómo si tuvieran nociones de geometría los grandísimos cabrones!) ¿A eso se le puede llamar vida?

¡Ay Xangó bendito por qué no vienes a resolver los penares de sus vidas y te los llevas a los más oscuros infiernos de una vez por todas!

*

Suena este súper rolón en una y otra versiones.

[Pitol, el raro contemporáneo recibe el Cervantes]


Con la entrega, hoy, del premio Cervantes de Literatura de manos de los Reyes de España a Pitol, posteo aquí mi reseña que aparecerá en el Milenio de mañana por tal motivo:

De pronto, a no pocos escritores les entra la preocupación sobre qué hacer con los textos diversos (prólogos, artículos circunstanciales, discursos o conferencias, etcétera) que han escrito a lo largo de cierto tiempo (José Emilio Pacheco, por ejemplo, se ha rehusado siempre a compilar las ya numerosas entregas de su “Inventario”, por considerarlas volátiles dado el carácter periodístico con que fueron redactadas). El problema es que, quizá, todos esos textos dispersos no tengan unidad alguna entre sí. El escritor veracruzano Sergio Pitol (Puebla, 1933), quien en pocos días será el tercer mexicano en recibir el premio Cervantes de Literatura de manos de los Reyes de España, se ha visto en esa encrucijada y ha salido victorioso de ella al saber hilvanar con extremo cuidado esos textos supuestamente incongruentes y sólo así reunirlos en uno o varios libros.

A diferencia de su prosa narrativa donde se perciben los andamios (más allá de que el mismo autor nombre sus influencias: Gogol, Bajtin, Chéjov, et. al.), su prosa ensayística —que cuenta con muchos elementos narrativos— es más interesante pues es, también, donde Pitol es más novedoso. Esto último lo ubica con sus pares, por ejemplo, el cubano Antón Arrufat o el argentino Ricardo Piglia cuyo más reciente libro, El último lector, está más cercano al ensayo literario que a la novela dado el tema de que se ocupa—los distintos tipos de lector—, pero que, aún así, su editor muy afortunadamente lo editó en la colección “Narrativas hispánicas” y no en “Argumentos” donde la editorial Anagrama originalmente publica este tipo de trabajos.

Escribe Pitol en una página de El mago de Viena: “Escribir un diario es establecer un diálogo con uno mismo y un conducto adecuado para eliminar toxinas venenosas. Quizás el abandono al que aludo se debe a que ese diálogo indispensable se ha trasladado a mis últimos libros, todos con un fuerte sedimento autobiográfico; siempre ha estado presente en mis novelas, primero furtiva, luego descaradamente ha llegado a perder hasta mis ensayos literarios”. Esos últimos libros de que habla son: El arte de la fuga, El viaje (ambos recogidos en el cuarto tomo de sus Obras reunidas además de su Autobiografía precoz publicada por primera y única vez en 1966 y de la cual Laberinto ya ofreció con oportunidad un fragmento) y más recientemente El mago de Viena. En estos tres títulos, las confesiones están más cercanas al ensayo o, por mejor decir, el ensayo se narra dándole así un lenguaje y una estructura más fluidos o, en todo caso, menos rigor formal para que el lector común se sienta más cercano al género de las ideas.

Esto quizá sea nuevo en la lengua española (de allí que algunos se jacten en exceso de los logros de Pitol), pero en especial en la lengua inglesa desde hace algunas décadas esta técnica se viene haciendo regularmente: el caso más reciente y más logrado quizá sea el del Nobel sudafricano J.M.Coetzee. En su libro Las vidas de los animales (Mondadori, 2001), Coetzee reúne un par de conferencias que leyó durante una cátedra que imparten académicos invitados en la Universidad de Princeton (New Jersey). Las conferencias están escritas de tal manera que por primera vez aparece su alter ego, Elizabeth Costello, protagonista de los relatos y quien, a su vez, es invitada a impartir unas conferencias en una universidad privada. Desde luego, el tema es totalmente de Coetzee pues no están nada alejadas de la visión que persiste a lo largo de casi toda su obra: la miseria humana no sólo ante la propia humanidad sino ante los más indefensos de los seres vivos: los animales.

Pitol, por su parte, ya desde El arte de la fuga (1996) había dado a conocer sus temas predilectos, ya perceptibles en sus novelas y relatos, con ensayos ilustradores que tenían un fuerte sedimento autobiográfico. De tal manera que Coetzee, el alemán W.G. Sebald, así como Pitol, Arrufat y Piglia saben que vienen directamente de Cyril Connolly, es decir, viven en un momento preciso de rara comunión entre creadores de todo el mundo. Pacheco bien podría unirse a esta otra estirpe si quisiera.

En algunos de sus textos sobre los distintos narradores que admira (Chéjov, Joyce, Huxley), Pitol devela sus intereses narrativos—la parodia, el excentricismo, la locuacidad, los viajes—pero en particular en El viaje cuenta el descubrimiento de uno de los personajes principales de su novela Domar a la divina garza. Así que esto vuelve a El viaje un material más confiable, al ser de primera mano, que aquellos en los que estudia las obras de otros e indirectamente habla de la suya. Y, sin embargo, Pitol ha anunciado que ya ha explotado lo suficiente este método de trabajo así que se prepara a emplear otro; sin duda, habrá que estar pendiente de lo que hace actualmente y, principalmente, de cómo lo hace.

Sergio Pitol pertenece a esa estirpe de escritores raros (como los llamó Darío) o excéntricos, como los llama el propio Pitol, a la que pertenecen, entre otros: Gogol, Landolfi, Gombrowicz, Kafka, Beckett, Bernhard, el cubano Piñera, Monterroso, Vila-Matas, Aira y Bellatin. De tal manera que inscribir en esta selecta nómina el nombre de Pitol sería calificarlo de raro, algo que, por lo demás, a él no le incomodaría en lo absoluto.

Sergio Pitol, Obras reunidas IV. Textos autobiográficos,
Fondo de Cultura Económica, Col. Obras Reunidas,
México, 2006, 415 pp.

Sergio Pitol, El mago de Viena,
Fondo de Cultura Económica/Pretextos, Col. Letras Mexicanas,
Bogotá, 2006, 271 pp.

18.4.06

[100 años del terremoto en SF]

Justo hoy se cumplen 100 años del más grande terremoto que azotó la bella ciudad californiana de San Francisco. No sé si entonces ya era una ciudad tan cosmopolita como lo es hoy, pero el chiste es que era hermosa, quizá no tanto como hoy, pero lo era. Y con el terremoto del miércoles 18 de abril de 1906 quedó reducida a cenizas. Prácticamente no quedó nada en pié, todo se quemó a excepción de la legendaria iglesia de la Misión franciscana y donde hoy luce una placa diciendo eso: que toda la ciudad se vino abajo, menos parte de la iglesia (hoy en el barrio mexicano de la ciudad, llamado justamente La Mission).

En fin, eso ayudó para que la ya desde entonces diminuta ciudad se reconstruyera en su totalidad para que años después luciera tan esplendorosa como hoy día: además de las casas de los pobres, los edificios y los hoteles de lujo, se construyó la carretera a Twin Peaks y un túnel en la parte de Market Street a los pies de los cerros gemelos (que después se utilizaría para contruir el metro de la ciudad) y ya en la década de 1930 el hoy legendario Golde Gate (un puente suspendido nunca antes construido). Luego de eso, década tras década, San Francisco será el epicentro de los Beats (50's), las revueltas juveniles (60's), los Hippies y luego las hordas de locas mariconas llegaron a instalarse en el vecindario de Castro (early seventies y last seventies, respectivamente).

Si mal no recuerdo hubo otro terremoto fuerte en la ciudad en los 90, pero no tan devastador como el de 1906 (todos, claro, gracias a la Falla de San Andrés que inicia allí en la Bay area y termina en el mar de Cortés). Pero todos los habitantes de esas zonas saben que se viene el mayor terremoto jamás visto: el que separará a esas ciudades (San Francisco, San Marcos, San José, San Luis Obispo, Monterrey, Los Ángeles, San Diego, Tijuana, Mexicali y hasta La Paz) del resto del continente. ¡Ay qué puto miedo!

16.4.06

[Genial misantropía]

El viernes me dediqué a la reelectura de un libro indispensable, la Biblia de todos nosotros, La virgen de los sicarios (Alfaguara, 1999), de donde saco estas líneas que dicen más que verdades:

En la noche borracha de chicharras bajó el Ángel Exterminador, y a seis que bebían en una cantinucha que se prolongaba con sus mesas sobre la acera, de un tiro para cada uno en la frente les apagó la borrachera, la "rasca". ¿Y esta vez por qué? ¿Por qué razón? Por la simplísima razón de andar existiendo. ¿Les parece poquito? No, si esta vida no es cualquier canto de pajaritos, yo siempre he dicho [y yo lo secundo] y aquí repito, que el crimen no es apagarla, es encenderla: hacer que resulte, donde no lo había, el dolor. Cuando volvíamos de hacer nuestra cotidiana obra de caridad [el subrayado es mío] bajaba por San Juan un borrachito prendido gritando: "¡Vivan las putas! ¡Vivan los marihuaneros! ¡Vivan los maricas! ¡Abajo la religión católica!" [¡Ay, pero cuánta sensatez hay por las calles de Medellín!, digo yo] Le dimos mi niño y yo un billetico para que pudiera seguir tomando.

[...]


Dios no existe y el que no existe no tiene bienes. Además el que ayuda a la pobreza la perpetúa. Porque, ¿cuál es la ley de este mundo sino que de una pareja de pobres nazcan cinco o diez? La pobreza se autogenera multiplicada por dichas cifras y después, cuando agarra fuerza, se propaga como un incendio en progresión geométrica. Mi fórmula para acabar con ella no es hacerles casa a los que la padecen y se empeñan en no ser ricos: es ciunarles de una vez por todas el agua y listo; sufren un ratico pero dejan de sufrir años. Lo demás es alcahuetería de la paridera. El pobre es el culo de nunca parar y la vagina insaciable.

[...]

Pero aquí la vida crapulosa está derrotando a la muerte [y la Muerte es la gran amiga de Vallejo y, por ende, la mía] y surgen niños de todas partes, de cualquier hueco o vagina como las ratas de las alcantarillas cuando están muy atestadas y ya no caben.

Y bueno, basta ya que podría transcribir aquí el libro completo. Como siempre digo: mejor léanlo y tómenlo como uno de sus libros de cabecera. De tal suerte que a todos nos inspirará y saldremos a las calles a matar Pobres y hordas de Mujeres Embarazadas para así acabar de una vez por todas con esta plaga más dañina que la peste y el Sida juntos.

14.4.06

[¡Qué calor!]

Sólo con este calor hijoeputa entiendo porque Eliot calificó a abril como el mes más cruel.

*

Indignación, rabia e impotencia fue lo que sentí hoy cuando vi y oí en las noticias que un cargero nipón arribó a la bahía de Tokio procedente de la Antártida con más de 700 ballenas cazadas para hacer sopa y caldos que los japoneses comerán en próximos días. ¡Qué infamia, asquerosidad, aberración! A la estúpidez humana no le basta con descuartizar a las pobres foquitas recién nacidas en Canadá ni, más recientemente, los asesinatos ventajosos y deshumanos (ash! me contradigo: los que menos hay en los humanos es humanidad) de los osos rusos hibernando.

No saben que a un animalito de Dios no se le hace daño, si quieren yo con mucho gusto empalo por el culo al Papa [el magistral Vallejo--Fernando, entiéndase, porque el otro, el peruano, ya se murió y la mera verdá no era tan grande como el colombiano--lo decía de Juana Pabla Segunda la Travesti, como la llama en El desbarrancadero, pero también se puede decir de Pene-adicto XVI], y agregaba: "¿pero tocar a un animalito de Dios? ¡NUNCA!"

¡Malditos nipones, canadienses y rusos hijoeputas!

[SicAZO]

En su reseña de este mes en Letras Libres sobre la obra del crítico inglés Cyril Connolly, Christopher Domínguez Michael escribe:

"Así concluía el ciclo de Enemigos de la promesa, aquel tratado donde se aseguraba que, siendo un bebé incapaz de compartir el punto de vista artístico, el escritor moderno debería ser, idealmente, soltero y homosexual"

Lástima que Domínguez Michael sea un gay reprimido y que ni aún la máxima de uno de los mejores críticos literarios de todos los tiempos--y apuesto que uno de sus predilectos--no sea suficiente para que salga del clóset.

*

Quería externar mi asombro y confort al saber que todavía hay sensatez en el mundo con la elección de Prodi en Italia (y que Berlusconi por fin se larga), pero en otras eurodiputadas no hay tanta cordura... bueno, todo sea por la paz. Como sea, la primera noticia me da mucho gusto y la segunda ha hecho reirme hasta miarme.

13.4.06

[Le petite prince]

Por estos días se cumplieron 60 años de la primera publicación del más grande libro infantil del siglo XX: Le petite prince de Antoine de Saint Exupéry. Hace algún tiempo leí, no sé en dónde ni recuerdo de quién eran las líneas, que siempre se ha traducido mal: Le petite prince no es lo mismo que El principito pues lo correcto sería El pequeño príncipe; y creo que tenía razón en puntualizar eso. Pero bueno, son tantos los años que se ha traducido de esa manera que es casi imposible quitar ese atavismo--por llamarlo de alguna manera-- y, también, uno siempre se andará quejando el resto de sus días por las traducciones.

Leí Le petite prince en la edición de Editores Mexicanos Unidos allá por 1993 (¡tenías 12 mocosos años!): en las vacaciones de verano que fueron las de mi salida de la primaria y la entrada a la secundaria y que fueron las peores de mi vida pues las pasé postrado en cama padeciendo la varicela. Es por eso que tenía que encontrar cualquier cosa para no pasar tan aburridas las largas horas encerrado en casa. Así, un día mi padre me trajo ese librito y lo devoré en un par de días.

La experiencia fue extremadamente grata, tanto que por mucho tiempo me inventé un amigo imaginario que vivía en una caja de zapatos debajo de mi cama. Después de su lectura, quise más libros como ese pero, ¡oh sorpresa!, no los hubo y aún hoy dudo que los haya. Si alguna vez gusté tanto de ser niño fue leyendo Le petite prince. Ahora, los niños, esos terroristas aliados de Bin Laden, pasan sus enfermedades frente al televisor estupidizándose más con caricaturas que aunque parecen inocentes son de una violencia extrema que, en lo particular, me sobresalta. A mí, el librito de Saint Expuéry me ayudó mucho a pasar la estricta temporada de cuarentena que se requiere cuando a uno le salen hasta en el culo las ronchas esas.

Un par de años después regalé el librito: a mi mejor amigo de la secundaria--del cual, dicho sea de paso, estaba perdidamente enamorado--quien se recuperaba de un esguince en el tobillo por jugar fútbol. No tengo la certeza de que lo haya leído y de que le haya cambiado la vida como a mí--junto con otros libros fue el detonante para que me volviera un ávido lector y ahora, para mi desgracia, prospecto de escritor. Lo único cierto es que no recuperé mi libro y desde entonces carezco de uno. Recuerdo bien que a pesar de ser la edición de Editores Mexicanos Unidos (una editorial mas bien muy pinche), éste estaba bien editado, con los legendarios dibujos, buena letra, buen papel y, en general, no estaba tan chafa. Estos días que he buscado en varias librerías Le petite prince, para así reponerlo después de tantos años y volver a leerlo, me he encontrado con infinidad de ediciones pero todas muy feas, muy mal editadas, otras son didácticas (con cuestionarios sobre la obra al final) y generalmente muy feas. Sólo una me encantó, pero cuesta más de 500 pesos, lujo que no me puedo dar. Lástima, seguiré buscando. (En Google he encontrado una versión--sin los dibujos--, así que no hay nada como tenerlo en materia y ser y que esté en un lugar especial de un librero).

Hipócrita lector, lectora, lectore: ¿Cómo fue o ha sido su experiencia al leer esta obra maestra de la literatura infantil?

*

Suena esta rola.

10.4.06

[La timidez como virtud]

El sábado casi me obligaron a confesar una virtud. Desistí tajantemente. Argumenté que eso le tocaba a las personas que me conocen y, más aún, a las que me desconocen. La verdad que es no soy tan vanidoso, hedonista o eso, para hablar de mí y mucho menos para ennumerar al menos una sola de mis virtudes. También, agregué, en el balance salgo perdiendo: casi siempre mis virtudes--si las hay--acaban tranformándose en mis más preciados defectos.

El más claro ejemplo es mi timidez. Sí, aunque no lo crean son un tímido en extremo. Mucha gente que he conocido a lo largo de los años coinciden en decir que la primera impresión que les dí o cuando me vieron pro primera vez, es que era un arrogante, mamón o eso, en grado superlativo. Yo, sin embargo, lo atribuyo a mi timidez: cuando conozco a alguien me siento torpe, no sé qué decir, cómo hilar más allá de dos oraciones y si lo hago, digo puras tonteras generalmente provocadoras, incendiarias (cosa que, dicho sea de paso, me encanta hacer todo el tiempo, ¡soy un provocador!).

Incluso, a veces evito saludar a la gente que por casualidad me encuentro en la calle. Incluso más: me molesta muchísimo encontrarme a gente por casualidad en la calle. Me molesta porque no sé como comportarme, qué decir, cómo sostener una conversación así sea lo más cordial, pues el lugar no es el más apropiado para interactuar. Eso me sucede regularmente así que, cuando me percato que hay algún conocido por el área, doy media vuelta o acelero el paso o hago todo lo posible con tal de no encontrarme de frente con esa persona (eso no se los hago a mis amigos, claro está, ni a personas cercanísimas que aprecio, sino a conocidos, amigos de mis amigos y de los gorrones que trajo Nabor, cuál Nabor se preguntarán, pues ¡Nabor el de la orquesta!... según la canción de Chava Flores). En verdad me da mucha pena pero eso la gente lo ve como un signo fehaciente de mi arrogancia. Nada de eso, en absoluto.

Otra cosa que hago por mi torpeza causada, a su vez, por mi timidez, es no presentar a las personas que me aompañan con las que me encuentro, también por eso me choca enormidad los encuentros fortuitos con seudoconocidos.Y eso la gente lo toma como algo de muy mal gusto y con muy feos modos, y tienen razón.

8.4.06

[Contra el mundillo literario]

Encogido en el asiento, Evaristo se sentía observado y reprobado como yuppie cultural. Había en el ambiente un olor a estabilidad financiera que chocaba con su idea romántica de la literatura. Para él, todo escritor digno de ese nombre, más aún si era poeta, debía estar inconforme con la realidad y desesperado por cambiar el mundo. Los que tenía enfrente parecían hechos de otra pasta: no deseaban cambiar nada, sino revestir la pobredumbre con su retórica preciosista, como si vivieran en un país culto, desarollado y libre, donde la literatura de combate resultara superflua.

Enrique Serna, El miedo a los animales.

6.4.06

[Crónica de la despedida de un amigo]

El viernes pasado reciente fue la despedida de mi entrañable amigo Omar en un congal de mala muerte en la Roma. Y aunque fue de desmadre, también fue la oficial, digamos. El martes tomó su avión de JAL que lo llevó hasta tierra niponas donde permanecerá dos años (o quizá más) estudiando su maestría. Prometí estar allí para despedirlo pero no fui porque la cita era muy temprano (8 a.m.) y a esas horas apenas le voy agarrando sabor a mi sueño. Y quizá haya sido mejor así, para no malviajarnos con todo lo que conlleva la despedida. Han pasado dos días y ya lo extraño muchísimo.

Con Omar hice un sin fin de payasadas, aventuras, peripecias que yo, por mi propia cuenta, nunca hubiera hecho (como vestirnos en chador--vestimenta de las mujeres musulmanas--para la Marcha del Orgullo gay de 2003 que, al año siguiente, yo repetí en el Gay Pride de San Francisco). A Omar le debo, además, la pasión por otras lenguas (el árabe, el hebreo, el japonés, chino mandarín y otros tantos que el masca), el arte conceptual moderno (el performance, la instalación y las intervenciones) y, principalmente, la maravilla que es el Internet: si bien tengo correo electrónico desde que contaba con 16 años (allá por el lejano 1997), sólo utilizaba eso y navegaba por algunas páginas, gracias a él empecé a bajar música, a leer otras cosas, a buscar en Google, a ver videos varios (no sólo de música en el youtube), a participar en muchos grupos o comunidades de msn y yahoo, como quien dice, a explotar todas las virtudes que me da el Internet, tal como ahora lo hago. Además, claro está, los paseos underground por la ciudad que nos dejaron aventuras memorables.

Todo eso en muy poco tiempo porque realmente nos conocimos hace tres años: durante las marchas de protesta por la guerra en Irak, en el contingente gay de los alumnos de la UNAM (aunque él es egresado de la UAM), pero fueron tantas nuestras afinidades que de inmediato nos volvimos inchimísimos y parecía que nos habíamos conocido casi desde la infancia (atribuible, quizá, a que él es escorpión y yo acuario: y yo me llevo genial con los escorpión--cosa que no sucede con los sagitario, aries o con los de mi propio signo).

Los acuarianos estamos preparados para todos los cambios que vengan, sin embargo, a veces nos resistimos a ellos, más cuando son por factores externos (¡nos gusta tener la sartén por el mango!). Los cambios se tienen que dar por nosotros, nosotros los tenemos que provocar, de otra manera nos vemos coartados en nuestra libertad de decisión--y la Libertad es cosa fundamental de los acuarianos. Así ha sucedido esta vez, las circunstancias han llevado a un cambio radical en mi vida con la separación de mi cuasi hermano y eso no lo puedo soportar. Como en muhos otros casos, hubiera preferido que las cosas siguieran como hasta ahora y, después, determinar yo el momento en que debían dar un giro. A veces uno no puede hacer tanto...

La canción que siempre recuerdo para estas ocasiones de despedida, y que se ha convertido en algo así como mis propias Golondrinas es la genial Stand by me de Oasis que le va dedicada hasta el otro lado del mundo.

En la foto tomada por mi amigo Óscar Sánchez estamos Omar y yo en la explanada de Bellas Artes (antes de entrar a ver la exposición de Kudelka) y quizá sea de junio o julio de 2003.

3.4.06

[Rimbaudiana]

¡Ah qué rico es Lo Otro! (Lo Otro: todo lo demás que no les gusta a todos)

*
En unos días más les contaré como fue la despedida (dolorosa) en el aeropuerto... el Pacífico se pone de por medio, pero haremos todo lo posible por contrarrestar la distancia de ese vasto océano.