26.5.10

Organizan Feria del Libro Independiente


Organizan Feria del Libro Independiente
Durante los 15 días del encuentro, que tendrá también mesas de discusión, once mil ejemplares de mil 1500 títulos buscarán un lector
Por Jorge Ricardo
Ciudad de México (26 mayo 2010).- En el catálogo de editoriales independientes mexicanas existen las que tienen un solo libro en toda su historia, como Editorial Efímera; otras, como El Tucán de Virginia, que con 30 años y 200 títulos siguen dando la batalla, y otras más como Almadía que desde 2005 han sumado a su lista de autores tanto a desconocidos como a Premios Nobel.

Calcular su número es complicado, pero medio centenar de ellas participarán en la Primera Feria del Libro Independiente, un encuentro organizado por la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes en la Librería Rosario Castellanos ( Tamaulipas 202, Condesa), del 1 al 15 de junio.

¿Qué hace independiente a una editorial? Le preguntaron a los organizadores. Su resistencia al embate de las grandes editoriales, principalmente españolas, que parecen monopolizar gustos y mercados, contestó el editor José María Espinasa, de Ediciones Sin Nombre. Su apuesta por la bibliodiversidad y por no tratar al libro como una mercancía, añadió Gerardo Jaramillo, gerente comercial del Fondo de Cultura Económica. Que no promueven a los escritores como si fueran rockstars, dijo Pablo Moya, de Ediciones El Milagro.

Ellos habían planeado editar un catálogo pero reunirlas a todas era imposible. Así que sólo consideraron que deben existir unas 70 en todo el País. Setenta que están en un círculo vicioso en las librerías, lamentó Espinasa. "Ese círculo vicioso de 'no se exhibe en las cadenas libreras porque no se vende y no se vende porque no se exhibe'".

Tal círculo de marginalidad puede romperse sólo con la labor de los propios sellos. Por eso el título de esta Primera Feria del Libro Independiente es: "Libros a contracorriente".

"Ya que no siempre logran meter sus libros a las grandes librerías, una de las finalidades de esta será establecer el contacto directo con el público lector", afirmó Espinasa.

Durante los 15 días del encuentro, que tendrá también mesas de discusión, once mil ejemplares de mil 1500 títulos buscarán un lector. ¿Ganancias? Con un peso nos damos por bien servidos, dijo Jaramillo.

Será esta la exhibición y venta de las ediciones más arriesgadas de México, las que publican para no desaparecer y están en el intento, afirmaron los editores. Al final, se gana por resistencia y la calidad de una obra acaba por imponerse. "No estamos organizando una feria de saldos", dijo el editor Pablo Moya para defender la calidad de los títulos.

Un buen libro puede acabar encontrando a sus lectores 20 años después, sostuvo.

Ya se habían organizado ventas nocturnas y otros encuentros de editoriales independientes, pero nunca durante tantos días, señaló el escritor Luigi Amara, fundador de Tumbona Ediciones. "Con el título de Primera Feria tratamos de darle un sentido de que inicia algo".

En el primer día de la feria se llevará a cabo la mesa redonda "Dime con quién publicas y te diré quién eres", en la que participarán Fabrizio Mejía Madrid, José de la Colina y Mario Bellatin, entre otros. El título de la segunda mesa, el 3 de junio, resume el sentido de estos libreros: "Edición independiente: alto riesgo". La programación completa se encuentra en http://www.tumbona.blogspot.com/


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8.5.10

[Apuntes para una autobiografía futura]

Él lucía tan guapo aquella tarde que así se lo dije. Supongo que no estaba —como no lo estamos todos— acostumbrado a recibir elogios, porque reaccionó con una indiferencia disfrazada y cambió de tema de inmediato. Nos citamos en la estación del metro Centro Médico, yo iba algo enfermo todavía porque apenas había salido de una larga convalescencia, me sentía débil pero ya no soportaba las ganas de verlo. Él llegó con unos pocos minutos antes. Lo vi apenas de reojo y ya con eso supe que se veía hermoso: vestía de azul, jeans, tenis, una playera blanca que contrastaba con el azul marino de su chamarrita casi tipo saco y le daba más luz a su rostro de piel clara y pelo castaño claro. Caminamos a Parque Delta donde entramos a ver una película absolutamente irrelevante para mí. Comimos algo antes de entrar en el fast food y platicamos las típicas cosas que platican los enamorados para ahondar en los pasados de sus vidas.

Salimos del cine y de la plaza sin rumbo, al menos yo no tenía ningún lugar planeado para ir, siempre y cuando estuviera con él al lado y deseando en lo más profundo que las horas pasaran lo más lento posible. Caminamos por donde habíamos llegado, pensé que nos subiríamos al metro y que cada quien se iría a su casa. Pensaba la manera o el pretexto para hacerlo pasar más tiempo a mi lado, pero todo implicaba dinero y en esos momentos era escaso en mis bolsillos. Pasamos el panteón Francés, llegamos a la estación y nos seguimos de largo. Entonces subiremos en la siguiente, pensé. No fue así: me pidió que, ya que estábamos cerca, lo acompañara a comprar la mariguana que consumía y que compraba con un amigo allí, en la colonia Doctores. Caminamos abrazados por avenida Cuauhtémoc, solitaria a esas horas de la noche de un sábado de abril de 2009. Pasamos al lado del Hospital General y sus calles sucias, oscuras y llenas de baches. Nos adentramos en esas calles solas, también oscuras, llenas de sombras que mi ceguera no logra distinguir y que propicia mis temores. En una esquina saludó con virilidad a un malandrín que lo reconoció y que le dio santo y seña de la persona que estaba buscando. Me pidió llamar desde mi celular para avisar que estaba cerca y que quería cierta mercancía. No le contestaron. A los pocos segundos nos regresaron la llamada, contesté yo y una voz ronca me exigía explicaciones. Colgué. Volvieron a llamar, él me arrebató el teléfono, contestó; habló con la otra persona con demasiada familiaridad, bromearon, se hablaron en código, finalmente colgó. Me pendejeó, me dijo que era su amigo con el que iría a comprar la mariguana y que un díler nunca te responde, él te regresa la llamada para saber quién es y había que contestarle con una palabra secreta, para que él supiera quién era y qué quería.

Salimos a la avenida Niños héroes y me señaló un edificio casi en ruinas en el que, según me contó, vivió con una pareja en un cuartucho de azotea. Pasamos frente a la puerta principal. En la esquina dimos vuelta a la derecha, mis sentidos estaban alerta; caminamos dos cuadras, yo miraba a todas partes, me fijaba en la gente que pasaba a nuestro lado, quería abrazarlo más fuerte y sentirme seguro; finalmente me dijo que habíamos llegado. En ese momento mis nervios estaba a punto de estallar.