El viernes me dediqué a la reelectura de un libro indispensable, la Biblia de todos nosotros, La virgen de los sicarios (Alfaguara, 1999), de donde saco estas líneas que dicen más que verdades:
En la noche borracha de chicharras bajó el Ángel Exterminador, y a seis que bebían en una cantinucha que se prolongaba con sus mesas sobre la acera, de un tiro para cada uno en la frente les apagó la borrachera, la "rasca". ¿Y esta vez por qué? ¿Por qué razón? Por la simplísima razón de andar existiendo. ¿Les parece poquito? No, si esta vida no es cualquier canto de pajaritos, yo siempre he dicho [y yo lo secundo] y aquí repito, que el crimen no es apagarla, es encenderla: hacer que resulte, donde no lo había, el dolor. Cuando volvíamos de hacer nuestra cotidiana obra de caridad [el subrayado es mío] bajaba por San Juan un borrachito prendido gritando: "¡Vivan las putas! ¡Vivan los marihuaneros! ¡Vivan los maricas! ¡Abajo la religión católica!" [¡Ay, pero cuánta sensatez hay por las calles de Medellín!, digo yo] Le dimos mi niño y yo un billetico para que pudiera seguir tomando.
[...]
Dios no existe y el que no existe no tiene bienes. Además el que ayuda a la pobreza la perpetúa. Porque, ¿cuál es la ley de este mundo sino que de una pareja de pobres nazcan cinco o diez? La pobreza se autogenera multiplicada por dichas cifras y después, cuando agarra fuerza, se propaga como un incendio en progresión geométrica. Mi fórmula para acabar con ella no es hacerles casa a los que la padecen y se empeñan en no ser ricos: es ciunarles de una vez por todas el agua y listo; sufren un ratico pero dejan de sufrir años. Lo demás es alcahuetería de la paridera. El pobre es el culo de nunca parar y la vagina insaciable.
[...]
Pero aquí la vida crapulosa está derrotando a la muerte [y la Muerte es la gran amiga de Vallejo y, por ende, la mía] y surgen niños de todas partes, de cualquier hueco o vagina como las ratas de las alcantarillas cuando están muy atestadas y ya no caben.
Y bueno, basta ya que podría transcribir aquí el libro completo. Como siempre digo: mejor léanlo y tómenlo como uno de sus libros de cabecera. De tal suerte que a todos nos inspirará y saldremos a las calles a matar Pobres y hordas de Mujeres Embarazadas para así acabar de una vez por todas con esta plaga más dañina que la peste y el Sida juntos.
16.4.06
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4 comentarios:
Liebe Penélope...
¿Puedo encargarte el párrafo en el que Vallejo distingue entre deber y deber de?
Porfis, porfis...
Odiseo Mandarino
No tengo el libro a la mano querido Manu-recien-llegado-de-CRica, pero a esa pregunta podría responder cualquier aprendiz de gramático (como el que esto escribe). Véamos: el verbo "debe" es un deber, por ejemplo: "Debe comprar ese libro de Vallejo sin titubear y debe leerlo y debe adorarlo"; y el "debe de" es una construcción que connota una suposición y se aprecia en oraciones como "Debe de haber sido que andaba muy misántropo y escribió eso". Creo que así lo explica él también. Muchos abrazos para ti y el novio.
Merci, merci beaucoup
Este libro es uno de los mejores que he leído nunca (y he leído muchos). Y el autor uno de los más grandes de los que ahora escriben y publican. No hay que perderlo de vista.
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