30.9.05

[Una novela queer]

En su más reciente novela, Ana Clavel (Ciudad de México, 1961) presenta una historia peculiar no sólo porque de pronto una mujer amanece en el cuerpo de un hombre. Por lo regular siempre ha sido más notorio el caso de narradores hombres que tienen como personaje central a una mujer a la cual hacen sentir, desear, amar y muy seguramente por eso, también, la hacen morir (son los casos de Flaubert en Madame Bovary, Zola con Nana y Tolstoi con Ana Karenina). Creo que, prácticamente la única mujer que por lo regular tuvo protagonistas hombres fue la escritora lesbiana, la francesa Marguerite Yourcenar (1903-1983) en sus novelas Alexis, o el tratado del inútil combate y en Memorias de Adriano.

Por su parte, Cuerpo náufrago (Alfaguara, 2005) es absolutamente una novela queer (y por queer entiéndase todo lo ya inclasificable dentro del género y la sexualidad; lo que está fuera de la norma, es decir, lo hetero, bi, homo, lésbico, transgénero y travesti). No sólo por lo transgénero que Clavel toma de la Virginia Woolf de Orlando—como la misma autora lo reconoce en una nota final—, sino ya de entrada la apariencia andrógina de Antonia quien es descrita desde las primeras páginas con rasgos masculino-femeninos, y después, porque si bien el personaje sigue siendo femenino, Clavel se refiere a él en todo momento con adjetivos, artículos, sustantivos masculinos. Sin embargo, la cosmovisión de la autora y, sobre todo el del personaje, sigue siendo femenino.

En Cuerpo náufrago estamos ante el caso de una virtuosa narradora que acompaña a su personaje, Antonia, por el mundo masculino representado en los baños públicos. Es gracias a esa visión femenina que Antonia-Antón, él-ella, en cierto momento quiere tener relaciones sexuales con los personajes femeninos de la novela (Malva y Claudia) y páginas después, para confirmar su queerness, sin problema alguno tiene un encuentro sexual con uno de los personajes masculinos, Raimundo.

Es también gracias a esa constante visión femenina que Clavel y Antonia van de mingitorio en mingitorio encontrándole algo que los hombres no se han percatado hasta el momento: las formas y contornos sensualmente femeninos de este instrumento hecho para que los hombres orinen, rebautizado por Clavel como el Mingitaurio (por las constantes alusiones dentro de la novela al mito griego de la muerte del Minotauro a manos de Teseo para después salir del laberinto gracias al hilo que Ariadna le dispuso). Tal como lo representó el artista francés Marcel Duchamp y lo han ido modificando los diseñadores industriales para hacerlo visualmente más atractivo (según se puede ver en las fotografías que Clavel ha insertado a lo largo del texto), ese raro instrumento que es el mingitorio se vuelve aquí en uno más de los personajes principales de Cuerpo náufrago.

Una mujer que naufraga en el cuerpo de un hombre para redescubrir la sensualidad femenina en el mingitorio puede resultar, de entrada, de una extrema extrañeza dentro de los anales de las letras mexicanas. Cuerpo náufrago es una novela más allá de Duchamp—como reza el slogan que promueve la obra—y de los rígidos roles sexuales, pero no es lo único. También hay prosa, creación, cultura, inteligencia que le darán a la novela durabilidad y notoriedad dentro del canon literario. Estas y otras muchas rarezas, transgresiones, excentricidades se encontrarán al leer esta muy recomendable novela de Ana Clavel.

19.9.05

[19 de septiembre de 1985]

Hace unas semanas platicaba con mi amiga María Rivera sobre el temblor del 85. Entonces tenía yo 4 años (mi hermana 3, mi hermano 2, mi padre recién cumplidos 24 y mi madre 23, a dos semanas de cumplir 24), así que le dije lo que recordaba, casi nada.

Vivíamos en una casa muy vieja. Mis abuelos se habían mudado apenas unos meses atrás a un departamento en el entonces alejadísimo Ecatepec y le habían dejado esa casita a mi padre para que ahí viviéramos. Era tan pequeña que abajo sólo estaba la cocina, un comedorcito y una salita (según recuerdo). Arriba, en un tapanco, el cuartito diminuto. El día del temblor, según yo, mi madre nos aventaba desde el tapanco a los brazos de mi padre, ubicado al pie de las escaleras, para salir inmediatamente. Es la única imagen que guardo en mi mente de esa mañana del 19 de septiembre de 1985.

María me empezó a interrogar y yo no sabía lo que había pasado después, ¿a dónde fueron, qué hicieron? Y yo con mi cara de póker. Así que emprendí la misión y aproveché este largo fin de semana para interrogar a mis padres quienes desmintieron mi versión.

Debo decir que esa vieja casa (y la nueva, en la que ahora habitamos), está ubicada a unas 5 o 6 cuadras del cruce de Reforma con el Eje 2 norte, justo donde se cayeron los edificios de Tlatelolco. Así que la zona es de alto riesgo (la Morelos, Tepito, el Centro).

Según mi padre, él estaba durmiendo con nosotros, mi madre estaba afuera tendiendo la ropa en el barandal del patio y cuando empezo el temblor nos abrazó y se quedo con nosotros en la cama; mi madre no pudo bajar del barandal por el movimiento y el rechinon horrible de los barrotes de fierro, lo cual le provocó pavor y no fue hasta donde nosotros. Pasó el temblor y no se cayó la casa. Dice mi padre que lo que yo recuerdo, quizá, haya sucedido con el temblor del día siguiente.

Entonces, la noche del 20 llegaron lo de protección civil a ver la construcción que en apariencia estaba intacta. Sólo se le había hecho una avertura (según mi padre en el zaguán, según mi madre en el cuarto de arriba que habitaba mi tía Chole, la mujer que más me ha querido y que me llamaba su "Flaco de oro"). Eso fue suficiente para que los señores de protección civil nos sacaran de la casa ya que por vieja no sabían si awantaría otro temblor y entonces sí podría venirse abajo.

Pasamos una noche a la intemperie en el deportivo que todavía está frente a mi casa. Ahí, al día siguiente, inició la costrucción de las casas de maderos y láminas en las que, según mis padres, vivimos poco más de año y medio. En lo que tiraron la vieja casona y construyeron la nueva, nosotros vivimos en el parque, en el campamento de damnificados, junto con todos los vecinos, excepto mi tía Chole a la que se llevaron a vivir a casa de una tía ya que por su avanzada edad no soportaría vivir en el campamento.

Por vivir ahí, en el campamento del parque, según mi madre, nos dio--a mis hermanos y a mí-- la hepatitis (gracias a la cual ahora no puedo ser donador de sangre y por la cual, cuando murió mi hermana, no pudimos donar sus órganos) y nos empiojamos. Nosotros no tuvimos víctimas que lamentar por el temblor, ningún familiar murió ni se le cayó su casa, pero sí nos hizo pasar una etapa difícil. Muy poco es lo que recuerdo de esa época. Supongo que debo confiar en lo que mis padres me han confiado. Eso dicen ellos y eso escribo yo aquí.

13.9.05

[Muchas más turbaciones]

Desde Chile, nos llega este poema dedicado a este blog y sus vanas turbaciones. Gracias a Oscar Orellana y su Exhibición perturbada:

MAS TURBACIONES:

Mi Mano.
¿ Qué diremos de ti?
¿ Por qué guías incansable los rebaños de mi cuerpo?
¿ Y de mí?,
Que no logro prescindir de tu leal servicio.
¿ Quién fue el primero que vació el placer sobre sí mismo?

Yo nunca he visto a Dios,
Sin embargo,
en mi espejo
te he visto a ti,
Descendiendo,
malogrando
mi raíz inclinada hacia el deseo,
En una noche interminable,
Alternada de gemidos y silencios,
apretando los órganos,
Soberana de un sitio ya conocido.

Cuando muero de hambre
sobre la cama vacía y estrecha
Eres tú mi única amiga,
Que me divierte con su mueca repetida
pero inmensa.
Eres mi amante verdadera,
En ti descanso y reclino mi pobreza.
Vienes a mi arca,
al ardiente recinto donde guardo,
Y en ese artificio que es solo y es oscuro
trepamos juntos a la cumbre.

Torpes se tornan allí las palabras
Solo el movimiento es el lenguaje,
ese que no turba sino más turba.

Se instala un santuario
donde mi triste sexo iluminas.

12.9.05

[Sobre el blog]

Para aquellos que siguen manifestándose en contra los blogs como AE, lean aquí.

10.9.05

[¡¡¡Ya viene Ophelia!!!]

Después de Katrina [que en el nombre llevaba la misión], aparece Ophelia por las costas del Atlántico y no del Golfo. Pero mientras Katrina se chingó a la raza negra [sí, negra y no esas mamadas eufemísticas de "color" o "afroamericanos"], ojalá Ophelia les de un buen putazo a las blancas... Después, suplicamos, imploramos con estas líneas, llegue un terremoto, acompañado de tsunami, tifón y más... para que nos desaparezca a unas cuantas amarillas [digo, si se mueren unos 200 millones de chinos, koreanos, thailandeses, taiwaneses, vietnamitas, o tanta variedá de amarillas, no pasa nada; eso sí, a las japonesitas no porque esas sí son bien bonitas]. Después, ¡Jesús, María y José!, nos tocaría a las Latinas y ahí sí, ya nos chingamos. Está bien, pero que seamos las últimas; un huracancito leve por el Pacífico dándole un madrazo a LA.

8.9.05

[Gay parade en New Orleans]

El fin de semana pasado se hubiera llevado a cabo el Southern decadence, o sea, el gay parade más importante del sur norteamericano; se hizo, digamos, a medias como todos sabemos gracias a los destrosos de "Katrina". Chéken la nota aquí.

Y como dice un amigo: Marcharon "¡¡con el agua hasta las pelukas!!"

6.9.05

Epistolario IV

Desde el mismísimo Buenos Aires, me escribe Mario Bellatin. Está allá presentando su novela "La escuela del dolor humano de Sechuán". Al parecer, la presentación fue todo un éxito: así lo confirman tres blogeros del sur: el del profesor pop, Linkillo, Rex y Lolamaar. Me escribe, pues, Mario:

hoy me muero de miedo pues es mi intervenciòn en el teatro san martìn, inmenso, y con entrada libre

(Respeto las prisas con que me ha de haber escrito).

Próximamente, Alfaguara publicará la narrativa completa de este complejo narrador. ¡Bien por Mario!

¡¡¡Besos, abrazos y apapachos hasta el frío sur Mario!!!

4.9.05

$$$[pesos]$$$

Va una afectuosa felicitación a entrañables amigos y nuevos becarios del Fonca (entre los cuales no me encontré, así que moriré de hambre otro año): María, Heriberto, Claudia (Puente, no Posadas, of course), Ramón, Fer Solórzano, Fenton y Sandino.

*

Qué rara es la sensación de pasar toda la noche en sus cinco sentidos, estar totalmente consciente (no dopado, no bebido), con música estrambótica, en un lugar muy chick, entre hermosos cuerpos masculinos.

Y, sin embargo, no me gusta esa sensación. Prefiero despegar los piés de la tierra...

3.9.05

ííí[acentos sobre las íes]ííí

La vida gay tiene ese encanto, coger bien (o rápido en este caso), obviar la molestia de la seducción gratuita y el romance, saber que las cosas empiezan y terminan en un lapso fugaz. Es como tomar una copita de licor: concentrada, chiquita, áspera, solo para que te quede el gusto en la boca de algo que desaparece inmediatamente.

Dirigido a... [él ya sabe a quien]... tomado de: www.putoyaparte.blogspot.com

1.9.05

[[[Corchetes]]]

No tengo nada que postear, sólo les presumo que un amigo publicó hace unos meses unos poemas míos en su revista Arquitrave. Sorry que no los haya posado a tiempo, Ja! Chéquenlos.