5.2.09

Hace algún tiempo, un amigo que estudia Letras inglesas me dio, punto por punto, las razones por las cuales no le gusta la literatura latinoamericana: es tan enredada, busca siempre ser exótica a base de lenguaje y trama y estilo y, lo principal, según él, en el lenguaje siempre tienen que utilizar expresiones coloquiales, incluso las groserías.

Aunque era exagerado y extremista esa visión, en algún punto tenía razón. Él la comparó con la literatura en lengua inglesa, que estudia y lee, y después me dijo que nunca ningún escritor latinoamericano llegaría a emular siquiera a uno de sus autores predilectos, Kazuo Ishiguro. Lo mismo pudo haberla comparado con Mc Ewan, o Amis o Swift o Banville, pero él quiso hacerlo con Ishiguro, a quien yo no he leído. Pero he leído a los otros y puedo entender, hasta cierto punto, a lo que se refiere. Tampoco soy (y mi amigo no intentaba serlo deliberadamente) un admirador ciego de la literatura inglesa y no sostengo que sólo allá se estén haciendo las mejores cosas actualmente como, creo, lo hacen Mauricio Salvador y Daniel Espartaco y otros wannabes. Mi amigo, por el contrario, me preguntó qué autor latinoamericano debía leer según mi parecer y no dudé al decirle que a Martín Luis Guzmán.

Todo esto viene a colasión porque me parece que la novela de Daniel Sada, Casi nunca, ganadora del premio Herralde de Novela, entraría completamente en esa categoría de literatura latinoamericana que mi amigo desprecia. En efecto, la novela de Sada es enredosa, absolutamente barroca y de un lenguaje sí rico, pero soooo latinoamerican que da una gueva infinita seguirle el paso. Tiene una prolongación de oraciones que tiene que estar todo el tiempo solucionando con más y más y más cosas enredadas en un lenguaje barroco y sí, para desgracia de mi amigo, con groserías y majaderías y sinónimos de ésto por aquel primero que quiere referirse al décimo tercer tal y no sé qué.

Y para mí la novela de Sada tiene otra cosa aún más detestable: ¡está escrita en tercera persona! A estas alturas de la vida, simplemente ya no soporto las novelas en tercera persona. Esos narradores omniscientes tan del siglo XIX, ¿pero es que no conocen otra forma de contar una historia estos narradores dizque contemporáneos? Es tan repugnante ese tipo de narración como el plural mayestático de los críticos: "decimos, creemos, pensamos". ¿"Decimos, creemos, pensamos" quiénes? ¿Qué acaso no es él el que sostiene sus tesis como para decir algo tan sencillo como "digo, creo, pienso"?

En fin, ya se sabe que los premios están amarrados desde antes y eso no es excepción del Herralde: un agente literario le dijo a alguien --quien luego me lo contó-- que cuando iba a ganarlo Villoro le dijo algo así como: "Este año lo ganará un autor mexicano que sabe mucho de futbol". Y de Sada se dijo que él ya quería expandirse, salir de México luego de que sus editoriales no lo publicaran en España y el resto de Latinoamerica ni porque eran transnacionales como Tusquets y Planeta. Pero el escándo del premio Herralde más reciente no recae sobre Sada sino sobre uno de sus finalistas. Pronto lo sabrán.


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Y la poesía no se queda atrás. Esa poesía sooo latinoamerican (nacida de Deniz y Milán) que es de una gueba infinita. Mi amiwi Arturo Ramírez Lara lo ha dicho bien en su blog en un post chistoso pero, como le digo, entre risas y burlas salen las veras... tanto que ya se sintió ofendido uno y hasta usa a otro que recién publicó un texto en cierta revista para autodefenderse. A esa poesía latinoamericana hace referencia Víctor Manuel Mendiola en su reseña de este mes en Nexos. A veces es difícil no coincidir con Mendiola en casos como estos.

3.2.09

[Varia]

Permanecer en casa, dedicado al onanismo es lo más disfrutable del mundo en medio de una vorágine que en el resto del mundo hace de la vida una preocupación constante. Y es que este puente me lo tomé largo, desde el viernes no vine a la oficina y estuve en casa, leyendo, escribiendo mucho y viendo películas, ¡qué vida tan envidiable!, ¿no le parece, lector? Incluso me curé de una gripe que en la última semana quería atacarme: todos los días me levantaba con un dolor de garganta que ya vislumbraba yo lo que sería. Pero es que con los días de descanso, comiendo la deliciosa comida de mamá (o la de papá ayer), despertando tarde, tirado en la cama leyendo, con música a gusto del Itunes y escribiendo a ratos, uno se cura de cualquier malestar.

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No sé por qué o desde cuándo a los periódicos (y otras publicaciones) les dio por poner los días y los meses en mayúsculas. Según yo, esos sustantivos sólo se pone en mayúscula la primera letra si se escriben en inglés o alemán, pero no en español. No tengo el diccionario de ortografía de la RAE, pero puedo apostar que no dice que debamos escribir Enero o Febrero así, sino enero o febrero y lunes o martes (y no Lunes o Martes). Y lo peor es que el Reforma también pone en mayúscula dentro de sus textos País, por ejemplo: "Tantos muertos el día de ayer en todo el País", ¿qué país se llama País para que se le pueda llamar País y no país? Perdón que lo diga así pero eso me parece una reverenda mamada, lo único que demuestran es que no saben hablar español (¿o Español es lo que yo no sé hablar ni escribir?).

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Creo que el blog está pasando de moda, ya no me entusiasma nada postear algo aquí, hasta se me olvida y me parece anacrónico. Usted, querido, hipócrita y curioso lector, disculpará: ahora todo lo hago y posteo en Facebook.