Como ayer no viniste me moría,
como tus ojos no vieron los míos,
como tus pasos no sentí en el día,
como el calor se convertía en frío...
A soñarte empecé por no perderte:
y soñé que tus ojos me veían,
soñé tus pasos y alejé mi miuerte,
y soñando soñé que te veía.
En ese sueño tus labios me decían
mis ojos a los tuyos están viendo,
mis pasos son los que tú estás sintiendo,
y tus ojos en mis ojos se confían.
Fue entonces que soñé que despertaba,
fue entonces que tus ojos me veían,
fue entonces que tus pasos yo sentía
y entonces fue te tú te aproximabas.
Virgilio Piñera. La isla en peso. Barcelona. Tusquets. 2000.
21.5.05
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario