25.4.08

A un muchacho andaluz, Cernuda le dijo: "Te hubiera dado el mundo". ¿Qué más se le puede decir y qué más se le puede dar a quien se ama? Cernuda perdió a muy temprana edad a su familia, llegó a Madrid a estudiar, luego se fue a Francia a dar un curso que le consiguió Prados, regresó a Madrid, a la Residencia de estudiantes, pero sólo por un breve lapso porque pronto estalló la Guerra Civil. Se fue, como casi todos, a Valencia, su último refugio. Salió exiliado, primero a Inglaterra y luego a Estados Unidos. Imagino la tristeza profunda, que acabó por amargarlo, cuando llegó a estos dos países tan fríos y grises, con personas de trato siempre cordial y atento --como los describe en sus poemas--, él que era del sol, de la playa, del mar ("El mar y nada más"), del Mediterráneo. Terminó sus días en México, desde donde yo lo leo siempre.

¿Qué más se le puede decir y qué más se le puede dar a quien se ama en medio de esa pobreza? El valor de eso, entonces, no puede sino aumentar. A quien se le da, no puede quedar indiferente porque está consciente de las circunstancias bajo las que se le ofrece el mundo entero.

Solo en la oficina, frente a la pantalla, leo y releo su mensaje, y al llegar a ese final "tan nuestro", tomado de Neruda, no puedo contenerme, no puedo controlar mis emociones, y lloro.

Yo le hubiera dado el mundo, y también se lo dije.

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