pudrirse deveras sin remedio,
meterse al culo tibio de la muerte,
derrumbarse,
repartir nuestra flor entre los deudos,
acostarse a esperar esa muerte
sin barbitúricos y sin navajas,
sin nada más que las ganas.
Sería bueno morirse de amor,
enredarse entre las sábanas como un taco,
sudar y sudar hasta que el otro
decida morirse de culpa,
para no estar aquí, junto al teléfono,
dando vueltas al aire del día
con los puños apretados en balde.
-Juan Carlos Bautista, Lenguas en erección (Quimera, 2007)
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