11.12.07

[Guadalajara: FIL y luego Björk]

Varias personas me piden que escriba sobre mi viaje a Guadalajara, pero ¡no tengo tiempo! Brevemente, entonces:

La FIL muy bien, como siempre, aunque esta vez yo la noté un poco apagadona, como que las grandes figuras esta vez no lucieron y eso desanimó un poco: no fue, por ejemplo, José Saramago, Del Paso sólo fue a recoger su premio y de allí al hospital, de regreso, y Mutis hizo idem y quién sabe dónde se metió, lo mismo que García Márquez. Entonces tuvimos que conformarnos con las ínclitas presencias de Angeles Mastreta, la autora de El cuento número trece, Brozo, Ana Colchero y Kate del Castillo. Eso para el vulgo, circo para que se entretengan. Yo no me perdí a Rubem Fonseca, que estuvo genial en su encuentro con los lectores: los obligó a leer, por ejemplo, a Pessoa, "pero para mañana, mañana mismo lo quiero leído", nos decía. Una delicia. ¡Qué weba Pitol! Ya no habla el viejito, no sé por qué lo obligan a ir. Geniales las mesas sobre literatura y sexo o sexo y literatura. Toño Ortuño ya es un figurón de la feria, andaba en todas las mesas. Lástima que no me quedé a la presentación de su novela, finalista del premio Herralde.

Eso sí, me perdí los cócteles que ya dan weba. Si la Feria es una pasarela de divas encubiertas en escritrices no se pueden imaginar lo que son los cócteles: el de Alfaguara, el de Tusquets, el de Planeta, el de Random House. Por fortuna los evité y sólo fui al de Babelia donde, como escribe José Israel Carranza, vimos cómo Volpi buscaba con quien platicar y, nada más, ni nada menos, que el cuñado de Felipe Calderón, Juan Ignacio Zavala quien --y de esto ya no se percató Israel-- le dio una propinota al mesero. Además, claro, muy rara su presencia en ese evento. Luego, ya sólo fui a la Mutualista a la fiesta de prensa donde amenizaron unos travestis colombianos, los organizadores amenazaron con que los travestis serían presentados por Monsiváis, pero no fue así, él no se presentó porque, claro, hubiera tenido que presentarse a sí mismo.

Lo que no me gustó esta vez de la FIL son dos cosas: tienen un programa que se llama "Los lectores presentan..." que es un fiasco total, la mecánica es la siguiente: se eligen a unos lectores para que presenten un libro en las tantas presentaciones que hay en el Centro de Negocios, y ya. Esos lectores se presentan el día del evento y hablan, ¿y de qué hablan? De puras sandeces. No dicen nada interesante sobre la obra ni sobre el autor ni nada. Si de por sí las presentaciones son horripilantes ahora imagínense con esos desconocidos y nada ilustrados. Espero que no se repita, si no pregúntenle al mismísimo premio Alfaguara de novela cómo le fue con sus lectores que presentaron Mira si yo te querré.

La otra es que se sacaron de la manga un programa que se llamó Libros para Tabasco. De última hora mandaron un boletín de prensa en el que decían que instalarían un recipiente para que la gente donara libros para los damnificados de Tabasco, ¡semejante pendejada! ¡Ya parece que los damnificados de Tabasco se sentarían a leer un libro cuando tienen la apremiante angustia de saber qué van a hacer con sus casas y sus pertenencias! Coleridge no se equivocaba a este respecto. ¿Por qué mejor no donar esos libros a las bibliotecas que seguramente también se inundaron? ¿Acaso no habría que volver a equipar esas bibliotecas --que supongo había en el estado?

*

Luego Björk. ¡Qué ansiedad tenía! ¡Qué angustia! ¡Qué emoción! Cada vez que me llegaba un boletín de prensa me invadían esos sentimientos encontrados, y lo leía con avidez para saber qué iba a pasar con el concierto. Lo mismo pasó cuando fuimos a recoger mi acreditación de prensa a una zona de la ciudad alejada de dónde yo estaba. Salí nervioso, ansioso, emocionado, desesperado, en fin, todo.

Y el día llegó. Fui a encontrarme con Benito y Karim para saber cómo chingados nos íbamos a ir hasta El aguacate porque a Benito se le ocurrió quererlos comprar el último día y, obvio, ya no había. Así que ahora nos tendríamos que ir por nuestros propios medios. Ya hasta estábamos pensando en rentar un auto para irnos hasta el pueblo este. Pero por fortuna, cuando fuimos a preguntar si todavía habían boletos de camión para ir al Aguacate, el conductor nos dijo que nos subiéramos, que si ya teníamos boletos del concierto pues que nos subiéramos, que ya le pagaríamos en el trayecto. Y ni tardos ni perezosos nos trepamos al primer camión que salió a las 11:30 de la mañana. Luego de un coyotito, Benito y yo empezamos a platicar de tonteras y banalidades, quizá con la intención de ocultar nuestro nerviosismo, o al menos a lo que a mí respecta.

Llegamos a El agacate luego de un trayecto de hora y media. Ya los amigos de Benito, que habían llegado por la mañana directo del DF, nos esperaban formados en la cola que ¡ya se había formado! Se supone que abrirían las puertas del espacio a la 1, ya eran casi las dos y nada. Bueno, por fin abrieron. Yo fui a recoger mi boleto de acceso como correspondiente a prensa, aunque se supone que me iban a dar un brazalete como el que le dieron a todo el mundo, pero no. Pasamos la revisión y directo hasta el frente, en el costado derecho del escenario, a unos metros de donde estaría parada Björk.

La espera fue larga y tortuosa. Las horas pasaron lentísimamente, una cosa impresionante de lentitud. Caminé un poco por la zona del concierto. Había un par de miradores hacia la famoso Barranca. Regresé a mi lugar a ver a la gente, me di cuenta, o hasta entonces me cayó el veinte de que soy un vouyerista, me encanta ver las reacciones de la gente: había una pareja de chavos, gay, claro, que empezaron a discutir, guiado por mi reciente lectura de los Fragmentos de un discurso amoroso, y la larga y fructífera charla con Baudelio al respecto, hasta determiné quién de ellos dos era el amante y quien el amado. Sus actitudes los delataban. ¡Qué guapo era uno de ellos! ¡Qué rogón era el otro! Y sin embargo, se veía cuánto lo quería y por eso trataba de solucionar las cosas, era el que más hablaba; el más guapo, simplemente estaba harto, le gritaba, ya no quería seguir con esa martirio, lo que hubiera dado por no tener que pasar por esa escenita. En fin... ni aún así los minutos corrían más rápido.

Allí, apostados en la barrera, me dormí unos minutos, cuando desperté ya tenía encima a mucha gente. Benito me cubría, pero no pudo más y me pidió que ya me levantara porque tenía a la gente sobre sus espaldas. Apenas había oscurecido. Eran las 6 de la tarde. Faltaban poco más de 2 horas para que todo iniciara y la gente ya estaba ansiosa. Empecé a ponerme mucho más nervioso. Ya no podíamos salir a ningún lado. Había que apañar el lugar.

Todo empezó tarde. Empezamos a gritar miles de cosas: uuuleros! Ya son las 8! Y ni aun así nos pelaban. Empezó por fin Ratatat, con sus tamborazos ensordecedores. Del bolso de mi saco, tomé una servilleta, la hice jirones y empecé a repartirles a los que iban conmigo para que se hicieran unas bolitas y ponerlas en los oídos. Y es que estábamos frente a las bocinas. Todo mi cuerpo vibraba, desde mis tripas hasta mi piel. Y eso que uno del grupo se quejó del mal sonido. Por fin aquello terminó.

Una vibra rara empezó a expanderse. Algo estaba sucediendo. Empezaron a poner otra escenografía. Ya no se seguía el programa que nos había dado: Jay jay johanson, luego Ratatat y finalmente Björk --los demás eran lo de menos. Y claro, todos empezamos a gritar: ¡Björk! ¡Björk! ¡Björk! ¡Seguía ella! Una hora más de espera. Un amigo de Benito bromeó: no lo vuelvo a ser por nadie más, esta vieja es una cabrona, ha hecho de nosotros lo que ha querido. Y yo: ella una cabrona y nosotros unos fans pendejos, pues vaya dúo. Ciertamente por nadie más lo volvería a hacer: perder un día, un via crucis, estar en un lugar en el culo del diablo, frente a una barranca esperando que cantara Björk, no, no estoy dispuesto a volverlo a hacer.

Y sí, salió ella detrás de sus trompetistas a incendiar el lugar. Los medios, Mural y Público, al día siguiente calcularon entre 15 mil y 20 mil personas. Yo sólo sé que al mirar atrás a aquello no le veía fin. Todos nos desvivíamos por ella. Benito se quejó un poco de los apretujones. A mi me valía madre, no me importaba, sí sentía que me aplastaban pero estaba más entregado a verla y oirla que por lo que me pasaba a mi.

Así pasó el concierto, rapidísimo, una cosa impresionante. En un momento nos pidió qu eno la grabaramos más, no quería ver máquinas, dijo, si no seres humanos, y quería que disfrutáramos el concierto. Mis momentos de éxtasis fueron con Pagan Poetry, All is full of love y, claro, con Hyperballad, que fue la penúltima. Finalmente, claro, aquello estalló cuando regresó al escenario a cantar Declare independence

Claro, ya hay varios videos en Youtube de aquel día memorable. A veces uno se siente muy bien siendo parte de la historia con estos sucesos.

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