El molinito, Naucalpan, Estado de México: Aunque tienen un aspecto que no va acorde a los demás locales, si no fuera por A. nunca pensaría que esos lugares cubiertos apenas con una tela de color realmente son unos burdeles de muy muy bajos fondos, y si no fuera por él, tampoco pensaría que esa chica regordeta, con cara de niña y malvestida que viene subiendo la loma es una prostituta ("Compañera de sector y de partido", diría una que otra amiga mía). Cuando nos toca subir la loma, la chica está parada a la salida de unos de esos lugares platicando con un viejo raboverde, de pronto hay algo que no checa pero no decimos nada. Avanzamos un poco más y A. me pregunta sin ninguna discreción: ¿viste la acción? Sí, sí, la vi--contesto.
La acción consistió en: la chica parada a la salida del burdel que está platicando con el viejo raboverde se saca una teta y él se la besa.
--Así es como se prueba aquí la mercancía--me dice A.
Caminamos un poco más y de uno de los burdeles del otro lado de la calle sale cuasi volando un chaparro aindiado que ya se ve medio pedo, y eso que todavía es la hora de la comida. Detrás de él sale un grandulón que trae entre puños a otro chaparro aindiado mientras el otro trastabillea al quererse levantar de la banqueta. Obvio el grandulón es el cuidador del burdel y los otros unos briagos que se estaban queriendo sobrepasar con alguna de las chicas del congal. Por eso se paga a la matrona, para que haya seguridad, como chingaos no.
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