18.2.07

[Soldados de Salamina]

Son las 3:20 de la madrugada y acabo de leer, completita, la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina (Tusquets, 2001).

Por la tarde dormí una siesta, luego de haber comido, así que cuando desperté quería tomar un chocolatito bien caliente. Bajé a la cocina y mientras se calentaba la leche prendí la televisión, hice el consabido zapping y llegué al canal 11 donde la película que en ese momento se transmitía se me hizo conocida, claro, era Soldados de Salamina, recordé casid e inmediato, basada en la novela de Cercas.

Me piqué, serví mi chocolate y me senté a mis anchas en el sillón hasta que terminó, nada pudo despegarme aún cuando sólo había bajado a preparar el chocolate para volver a subir a leer muchas cosas pendientes que tengo. Cuando terminó desempolvé el ejemplar de la novela que había empezado a leer hace unos meses: en los tiempos en que salía con Orlando que fue quien me la prestó cuando le conté de mi novela que trata más que una historia, sobre la historia de escritura de la historia.

No pude despegarme, ahora, del libro como me sucedió con la película. Recordaba que en algún momento aparecía Bolaño o es que ya confundía la película, o con Los detectives salvajes y todo se revolvía en mi limitada memoria. Pero no, ciertamente aparece hacia el final.

De hecho, también recordé la novela en noviembre pasado con Luis, en Guadalajara, cuando le conté de mi crítica a los judíos (cosa que no pienso volver a tocar) y le ponía ejemplos: la idea fija de los mexicanos es la Revolución Mexicana, "y para uds.--agregué--es la Guerra Civil, de la que hacen libros, películas, investigaciones, discos, testimonios, todo" Y él confirmó diciendo que así era "y a veces hasta con exceso". Pero bueno--convenimos--, si todo fuera como Soldados de Salamina no importaría en lo más mínimo que se hicieran tantas cosas sobre el mismo tema, agregamos. Y como en toda conversación apurada y divertida, él, de súbito, me dijo que había sido Beatriz de Moura quien le había recomendado a Cercas que agregara la primera parte, la más interesante: cuando cuenta como llegó a la historia. Cercas sólo le había entregado a la editorial, al parecer, las dos últimas partes: la de Sánchez Mazas y cuando encuentra al viejito en Dijon, Francia. ¡Vaya que la Moura tiene colmillo de editora!, le dije a Luis, si mal no recuerdo.

En fin, Soldados de Salamina es un libro muy humano (confieso que lloré en una parte), excepcional, divertido y magistralmente bien escrito. Yo creo que es una especie de microhistoria, esa rama de la Historia que hace no mucho se inventó. También algo cercano a lo que hicieron los militantes del newjornalism, y es un librito que Capote hubiera envidiado--con todas sus ganas, berreando como sabía hacer--escribir, quizá en lugar de A sangre fría.

Una pequeña obra maestra.

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