20.10.06

[Las sumisas son diosas]

Juan Abreu, Diosa, Tusquets, Col. La sonrisa vertical, Núm. 128, Barcelona, 2006, 159 pp.

Lo realmente interesante de esta novela erótica del cubano Juan Abreu, es que muestra las prácticas sexuales que actualmente están tomando auge en el comportamiento sexual de los occidentales. Si bien el bondage, y en general muchos rituales con respecto al sexo de Oriente (China y Japón en particular), tienen un pequeño círculo de seguidores, lo cierto es que aún faltaba plantearlo abiertamente en una obra literaria y que, por si fuera poco, esa obra no lo mostrara grotescamente. A eso se enfrentaba Abreu y, sin embargo, salió bien librado.

Laura, la protagonista de esta historia, y Rodrigo, su esposo, aparentemente son una pareja normal pero que con lo que respecta a su vida sexual, ella se ve invadida por fantasías sexuales pobladas por escenas de sometimiento, así que pronto se ven en la necesidad de un Amo que les vaya ordenando el desarrollo y evolución de sus ejercicios dentro del bondage. Esas instrucciones, por su parte, son dadas de la manera más posmoderna: vía correo electrónico. La novela, de hecho, es un intercambio constante de correos entre Laura y el Amo, Maestro Yuko (un japonés que lleva algunos años afincado en Barcelona), de manera que la participación efectiva de Maestro Yuko es limitada, pero es allí donde se concentra el mayor estado de erotismo de toda la historia.

Desde el primer correo, Maestro Yuko le hace saber a Laura que la práctica del bondage es “una forma de devoción”, lo cual implica inflingir cada vez más dosis de dolor que llevan al éxtasis: “Estrenar a una mujer significa hacerla sabia. Domar sus miedos, sus inseguridades, enseñarla a buscar y aceptar a la Sumisa que lleva dentro.” Rodrigo será el encargado de ejecutar las órdenes de Maestro Yujko en el cuerpo de Laura: primero el bondage típico—llamémosle así—al dejarla amarrada a una silla por largo tiempo; luego el bondage de pelo consistente en amarrarlo de una rama fuerte de un árbol de manera tal que sostenga todo el cuerpo hasta que ambos, cuerpo y pelo, se separen por completo lo cual provoca un dolor humillante e íntimo. Y, finalmente, el de vagina. En cierto momento, el Maestro Yuko describe así al bondage: “es doblarte entre mis manos hasta tocar el fondo, como un tallo de bambú, pero sin llegar a quebrarte”.

A lo largo de esta pequeña novela, Abreu explora sendas del erotismo que en Occidente podrían parecer de cierto grado de perversión. No creo que Abreu haya—como se podría pensar—querido hacer de la mujer representada en el personaje femenino un objeto sexual, o reducirlo a tal. Simplemente es una forma de mostrar qué tan común puede ser actualmente este tipo de prácticas en la vida de alguien con quien nos topamos a diario por la calle (por lo demás, en la vida gay ésta y muchas otras prácticas, como los bareback, el sexo con drogas, el exhibicionismo, entre otras, se manifiestan más abiertamente). Diosa es una novela que se lee con una sola mano, según se dice en estos casos, por lo que no dudo en decir que cualquier erotómano se deleitará leyéndola de esa manera.

1 comentario:

edegortari dijo...

mmmm...creo que compraré el libro.Saludos.