Fernando Vallejo
Debo confesar que cuando lo leí por primera vez, no entendí muy bien a bien qué es lo que este señor quería hacer. Pero mi afición a su obra se dio cuando leí la espléndida biografía de Barba Jacob "El mensajero" que no sólo es el recuento de la vida errante de ese poeta colombiano sino el periplo de Vallejo siguiendo la pista de aquél loco, homosexual, alcohólico, drogadicto y, para decirlo con Capote, genio. Y, sobra decir, escrita con una maestría inigualable, con un lenguaje riquísimo y ameno.
Vallejo es el máximo inspirador de mi misantropía y además, como ya he dicho aquí, el culpable de que me haya vuelto un feliz vegetariano (no por religión, ni salud ni ninguna de esas patrañas, sino por entera defensa de los animalitos creaciones de Dios). Sobre esto último, en "El desbarrancadero", Vallejo escribe: "Ahora bien, si como siempre estoy en lo correcto, ¿quién los matará [a los perros]? ¿Anibal? ¿Nora? ¿Yo? ¡Ni lo sueñen! Yo con gusto empalo por el culo al Papa, ¿pero tocar un animalito de Dios?"
Para quienes hemos tenido el enorme gusto de tratar a Vallejo, nos damos cuenta de que Vallejo persona se divierte enormidades creando al Vallejo personaje, ese misántropo genial que detesta a la humanidad todo y todo lo que tenga que ver son su estúpides (y no se anda con mamadas como la pendeja de la Jelinek) pero que ama a sus perros (Kim y Kina), que es un ser humano en toda la extensión del concepto: sencillo, carismático, genial, humorístico, amoroso, atento, cordial, en fin... No me alcanzan los adjetivos para describir lo maravilloso que es el Fernando Vallejo persona (el opuesto al personaje de sus magistrales novelas), que es un gran escritor y que es una de las pocas personas que he conocido con una fijación y amor tal por el lenguaje que me sorprende y me da un gusto enorme platicar de esas nimiedades con él.
Y para más muestras de su genial misantropía les dejo estas joyitas entre sacadas de "El desbarrancadero":
La inocencia o no conciencia es condición sine qua non para la felicidad. No se puede ser feliz sufriendo por el prójimo. Que sufra el papa, que para eso está: bien comido, bien servido, bien bebido, y entre guardias suizos bellísimos y obras de arte, con Miguel Ángel encima, en el techo, arriba del baldaquín de la cama. ¡Así quien no! ¿Por qué en vez de esa manía por la presidencia no nos ha dado a todos en Colombia por ser papas?
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Detesto la samba. La samba es lo más feo que parió la tierra después de Wojtyla, el cura papa, esta alimaña, gusano blanco viscoso, tortuoso, engañoso. ¡Ay, zapaticos blancos, mediecitas blancas, sotanita blanca, capita pluvial blanca, solideíto blanco! ¿No te da vergüenza, viejo marica, andar todo el tiempo travestido como si fueras a un desfile gay? En esas fachas te va a agarrar un día la Muerte.
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Yo bajaba y subía y bajaba y subía por esa escalera empinada de atrás de que les he hablado, donde unas veces abajo, otras arriba, se instalaba la Muerte a cagarse de risa viéndome bajar sábanas sucias que lavaba en la lavadora, que tendía al sol a secarse, y que volvía a subir para que la imparable diarrea del enfermo las volviera a ensuciar. Y el papa, que es tan bueno, tan útil, tan santo, ¿dónde está que no viene a ayudar?
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Ah, y se me olvidaba, mientras Aníbal y Nora limpian día y noche mierda de quinientos perros y doscientos gatos y cargan solos la inmensa carga de dolor que nadie les ayuda a llevar, Juana Pabla Segunda la travesti duerme bien, come bien, coge bien, y así, con la conciencia tranquila, bien dormido, bien comido, bien cogido, entre una nube de angelitos con dos alas se nos va a ir esta bestia impune al cielo del Todopoderoso. Alí Agcka, hijueputa, ¿por qué no le apuntaste bien?
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¿Qué pasó en últimas con el capo vaticano, el farsante Wojtyla, el tartufo, el beato, el travesti polaco, que no lo veo cantando en estas alturas azules entre los angelitos de Dios? ¿Finalmente murió? Si murió ha de estar entonces en la oscuridad de los profundos infiernos.
¡LARGA OVACIÓN DE PIE!
Por todo el lenguaje que no me da para profesarle mi admiración lo queremos muchísimo, qué digo muchísimo, ¡un chingo!
2 comentarios:
Cuando leí a Vallejo, me enamoré. Bueno, algo así como que me cambió la vida. Espero que lo discutamos pronto en vivo y en directo, adorable Serge. Justo estoy releyendo a este simpático colombianito
mi querido arturo, yo sabía que este sí te iba a gustar (qué mal que no te guste el guapísimo de Pitt). yo también espero que nos veamos pronto, saludos
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