venezolano en Boston.
Este año, el poeta y diplomático venezolano Eugenio Montejo (Caracas, Venezuela, 1938) se hizo acreedor del Premio Internacional de Poesía y Ensayo “Octavio Paz” que le fue otorgado en días pasados de manos del presidente Fox. Con ese motivo, el Fondo de Cultura Económica reedita Alfabeto del mundo, antología poética del caraqueño en una reedición corregida y aumentada con poemas de sus libros más recientes.
Este año, el poeta y diplomático venezolano Eugenio Montejo (Caracas, Venezuela, 1938) se hizo acreedor del Premio Internacional de Poesía y Ensayo “Octavio Paz” que le fue otorgado en días pasados de manos del presidente Fox. Con ese motivo, el Fondo de Cultura Económica reedita Alfabeto del mundo, antología poética del caraqueño en una reedición corregida y aumentada con poemas de sus libros más recientes.
Algunos de los libros que comprende la obra poética de Montejo son: Élegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1976), Nostalgia de Bolívar (1976), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982), Alfabeto del mundo (1986) y, según la consideración del poeta peruano Americo Ferrari en el prólogo que acompaña a éstas páginas, en una segunda etapa se encontrarían los poemarios: Adiós al siglo XX (1992), Partitura de la cigarra (1999) y el que ha publicado más recientemente, Papiros amorosos (2002).
Así, mientras en Élegos Montejo centra su atención en las desgracias familiares (la figura central del padre, la muerte prematura del hermano y la desolación de la casa), Alfabeto del mundo bien podría ser un trabajo bucólico poco visto en estos días; después, en Adiós al siglo XX, el poeta hace extensivas sus preocupaciones esenciales: el lenguaje y el diálogo con la propia poesía, hasta llegar a Papiros amorosos, un libro de poemas eróticos, zona poco explorada en la obra de este seductor poeta. En este último se encuentra, por ejemplo, un poema excepcional titulado “El naufragio”. Vale la pena citarlo completo:
El naufragio de un cuerpo en otro cuerpo
cuando en su noche, de pronto, se va a pique…
Las burbujas que suben desde el fondo
hasta el bordado pliegue de las sábanas.
Negros abrazos y gritos en la sombra
para morir uno en el otro,
hasta borrarse dentro de lo oscuro
sin que el rencor se adueñe de esta muerte.
Los enlazados cuerpos que zozobran
bajo una misma tormenta solitaria,
la lucha contra el tiempo ya sin tiempo,
palpando lo infinito aquí tan cerca,
el deseo que devora con sus fauces,
la luna que consuela y ya no basta.
El naufragio final contra la noche,
sin más allá del agua, sino el agua,
sin otro paraíso ni otro infierno
que el fugaz epitafio de la espuma
y la carne que muere en otro carne.
El alfabeto del mundo depara poemas sorprendentes que llegan a la médula y estremecen a base de un lenguaje llano pero depurado. La poesía de Montejo opera mágicamente para que el espacio temporal de hoy o mañana no tenga la duración humana de las veinticuatro horas, sino el de la eternidad. De tal manera que no es poco decir que en la obra de Montejo se podrá encontrar el poema al que estaremos atrapados el resto de nuestros días.
bajo una misma tormenta solitaria,
la lucha contra el tiempo ya sin tiempo,
palpando lo infinito aquí tan cerca,
el deseo que devora con sus fauces,
la luna que consuela y ya no basta.
El naufragio final contra la noche,
sin más allá del agua, sino el agua,
sin otro paraíso ni otro infierno
que el fugaz epitafio de la espuma
y la carne que muere en otro carne.
El alfabeto del mundo depara poemas sorprendentes que llegan a la médula y estremecen a base de un lenguaje llano pero depurado. La poesía de Montejo opera mágicamente para que el espacio temporal de hoy o mañana no tenga la duración humana de las veinticuatro horas, sino el de la eternidad. De tal manera que no es poco decir que en la obra de Montejo se podrá encontrar el poema al que estaremos atrapados el resto de nuestros días.
En su ansiedad por descifrar el alfabeto del mundo, el poeta no recurre a la palabra hablada de los seres humanos sino a los sonidos de la naturaleza. Por sus versos desfilan el canto de un grillo, de un pájaro, de un árbol, de un gallo, el sonido de dos cuerpos. Para traducir este lenguaje el poeta, indefenso, sólo cuenta con la palabra, hablada y escrita, del español; por lo tanto, la economía del lenguaje en la obra de Montejo se hace más notable: siempre estará sólo la palabra exacta para describir lo que el poeta quiere. La hondura a la vez que la llaneza de la emoción humana y la perfección de la expresión lírica que impregna toda la obra de Montejo, son las cualidades esenciales que le han abierto un lugar indiscutible dentro del panorama actual de las letras hispanoamericanas.
En esta época en que las circunstancias políticas de Venezuela son aciagas, el poeta Eugenio Montejo ha pedido que, ante tanta confusión, lo primero que hay que aclarar es el lenguaje; es decir, pensar, escribir y actuar con clarividente responsabilidad precisamente cuando la retórica política ensucia el lenguaje. El propio Montejo dijo alguna vez que la poesía proscribe las fronteras políticas: para él, pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país, pues hay familias poéticas, identidades verbales que no siempre coinciden con las limitaciones geográficas.
En estos tiempos, es necesaria la relectura de la poesía de Montejo para reivindicar y repensar, a través del lenguaje, al ser humano como tal ante la embestida de la propia humanidad.
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