Hoy fue un día terrible. Amanecí con un ojo infectado. Hinchado, lagañoso, rojo, la luz me molestaba. Me lavé el ojo con té de manzanilla y se calmó; por la tarde fui a la farmacia a comprar unas gotas que lo único que hicieron (o al menos fue lo único que noté) fue quitarme lo rojo (por la infección o por la hinchazón, qué sé yo).
Dado lo anterior estaba a punto de no ir a un compromiso que tenía por la tarde. Acabé llendo. Me sentí incómodo. Había pura gente a la que hacía muchísimo que no veía. Amigos de hace mucho tiempo. "¡Qué milagro!" "Aparecido" "¡Un resucitado... pero en cadáver!", dijo el más sarcástico. La mayoría insistió en mi delgadez extrema. "¡Ya deja la coca wey!", dijo otro, casi atinándole. Yo siempre he estado así de flaco, pero según deduzco de sus opiniones, ahora lo estoy más.
Bueno, hacía mucho tiempo que no veía a muchos de ellos. Es más, de algunos ni me acordaba de sus nombres. Así que empecé a recapitular en cortas conversaciones con ellos, sacar conjeturas, poniéndonos al tanto de lo que hacemos ahora, recordar muchas cosas que pasamos hace unos ¿ocho? ¿cinco? años.
Si bien ya no coincidimos en las opiniones políticas (no me bajaban de rojillo, izquierdozo, etc), con muchos de ellos la amistad es una cosa muy valiosa. El afecto no sólo se siente sino que fue expresado fehacientemente. Fue muy divertido recordar cosas chuscas de aquellos tiempos no tan lejanos pero valiosos para la mente y para decirnos que se ha vivido.
¡¡¡Salud por los amigos que están y por los que vendrán!!!
6.4.05
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