Sigo leyendo el libro de Alma Guillermoprieto. Prometo que este será uno de mis últimos post sobre un tema cubano o relacionado con la isla. Esribe Guillermoprieto lo que escuchó de boca de un isleño al elogiar los logros de la Revolución:
"¿Tú sabes lo que es despertarse por las mañanas y saber que lo que tú te comes en el desayuno no se lo has quitado de la boca a nadie?"
Lo mismo escuché yo infinidad de veces y hace poco, platicando con mi amigo José Ángel Leyva, a propósito del número dedicado a Cuba de la revista que codirige con Anaya, Alforja, me dijo que los cubanos le dijieron lo mismo y él lo repetía ingenua pero convencidamente.
Eso es una bárbaridad, una mentira de las más grandes que he escuchado, una falacia asquerosa que la Revolución ha inventado en un incontenible retórica. Por supuesto, no se refiere a que uno vaya y le arrebate la comida al primer compañero o gusano que encuentre por las alborotadas calles habaneras. El comentario intenta ser un ejemplo de la "justicia social" que la Revolución ha sido capaz de implementar. Ya alguna vez aquí, en el otro blog que tuve que es este mismo, o como sea, di mis primeras impresiones cuando llegué a La Habana: una ciudad clacista, racista y pretenciosa como cualquier otra (supongo que porque el ser humano será la misma mierda en cualquier parte del mundo). Si bien la Revolución hizo mella profunda en las relaciones de raza (los negros eran aun más discriminados por los blancos), eso no hizo que todos se vieran como hermanos y convivieran en entera paz; algo imposible porque con quien más se pelea uno es precisamente con los hermanos.
Así, muchas veces vi gente muy pobre, humilde, en la miseria total por las calles de La Habana. (Si bien debo reconocer que no los vi pidiendo limosna en las esquinas de las grandes avenidas, como aquí, pero eso se debe a que si llegaran a hacerlo la temible policía los mandaría directito a 20 o más años de cárcel por andar dando tremendo chou). La gente se queja a todo momento, la comida que les dan en la libreta básica no les alcanza (un kilo de arroz, un kilo de frijol, un kilo de azúcar... ¡para todo el mes!) y dicen, a cada oportunidad que tienen: "¡No es fácil! ¡No es fácil!". Por eso los ve uno haciendo esto para sacar unas divisas, haciendo aquello para comprar lo otro, este trabajito para tal cosas... y así, ingeniándoselas para vivir.
Los contrastes son evidentes. Dentro de la pobreza quien tiene un poco más lo quiere ostentar. Un ejemplo muy claro: la burdelera Niurka Marcos (mil disculpas por el ejemplo tan bizarro pero es el primero que me viene a la mente). Fíjense bien en ella: en sus uñas, en su pelo, en su forma de vestirse, en sus colgijes de oro que trae al cuello. Hay una pretención por mostrar que se tiene, hay necesidad de vestirse bien, de calzar bien, de traer mucho oro en cadenitas, dijes, pulseras, aretes (hasta en los hombres, y quizá más en ellos). Lo mismo, me lo dijo una vez mi amiga Enzia Verduchi, sucede en los Balcanes, según lo vio ella.
Así que a mi no me vengan con esa falacia que, como bien se diría en cubano, no soy un comemierda.
31.3.05
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4 comentarios:
Hola desde Boston,
Nada mas para decirte que estoy totalmente de acuerdo contigo sobre Cuba. Nunca he ido, pero soy venezolano y Fidel nos esta infiltrando desde hace tiempo ya.
Por esta alianza entre Chavez y Fidel, el destino de Cuba ahora sera el de Venezuela (y vice versa). Y eso que entre mi familia en Venezuela muchos fueron Fidelistas, hasta que llegaron los G2, etc. recientemente. Y la vaina ahora esta muy seria en Caracas con los militares Cubanos alli, etc.
Bueno, llevo tiempo leyendo tu blog que me gusta mucho.
Saludos,
Guillermo Parra
Hola Guillermo, pues gracias por perder tu tiempo leyendo estas elucubraciones. Toda mi solidaridad con el pueblo venezolano que padece la misma mierda izquierdoza castrista en la efigie del imbécil de Chávez. Esta época no es de caudillos, ni de dirigentes, sino de líderes, de ahí las desiluciones. Un afectuoso saludo,
Sergio.
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