2.2.05

¡Más y mejores drogas! (II/ ad infinitum)

Hacía 1908, el poeta colombiano bautizado con el nombre de Miguel Ángel Osorio, llegó a México llamándose Ricardo Arenales. Un año más tarde se encuentra en el norte del país, en Monterrey, porque, según su confesión, la ciudad le causó horror. En esa ciudad norteña, informa Fernando Vallejo en su esplándida biografía sobre Barba Jacob, éste último contrajo nupcias, por primera vez, con la Dama de Ardiente Cabellera. Y, ¿quién es esa señora? La respuesta es muy simple: La Marihuana. Dice, pues, Osorio-Arenales-Barba Jacob, o como se haya llamado, en su poema “La Dama de Cabellos Ardientes”:

Mirífica, invisible, muellemente,
sus manos aliñaban la blandura
de mi carne, colando en mi frente
con suave mimo de fruición impura.
Luego, cuando la luna iba llenando
y era azul el infante en su blancura,
o cuando llueve, o… yo no supe cuando,
fue su beso en su dádiva
mi primera ambrosía,
y vi el mundo como una granada
que se abría.

Y en otro más de sus poemas escribió:

Mi vaso lleno—el vino del Anáhuac—
mi esfuerzo vano—estéril mi pasión—
soy un perdido—soy un marihuano—
a beber—a danzar al son de mi canción...

("Balada de la loca alegría")

Para Barba Jacob, acota Vallejo, “el vino del Anáhuac” no era otra cosa que el pulque.

*
Vallejo sigue contando sobre las virtudes pedagógicas de Barba Jacob, pues entre las personas y personajes a quienes este poeta decadentista unió en matrimonio con la Dama de Cabellos Ardientes se encuentran: el crítico español Ramón del Valle-Inclán, el estridentista Arqueles Vela, los jovencísimos poetas Salvador Novo (véanse sus memorias, "La estatua de sal", p. 106) y Xavier Villaurrutia así como el futuro presidente de México Luis Echeverría.

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