12.1.05

Todos tenemos sida (segunda y última)

Los movimientos juveniles en todo el mundo en el crucial año de 1968, permitieron que la siguiente década fuera la de mayor liberación sexual. Sin embargo, la fiesta duró muy poco. Los logros de apertura social con respecto a las conductas sexuales de las juventudes fue severamente aplastada con la aparición del sida a principios de la década de 1980. El sida propició una gran campaña de ataques, principalmente sobre grupos muy específicos como los homosexuales, por parte de fundamentalistas.

La más reciente miniserie en tan sólo dos capítulos de la cadena estadounidense HBO, llamada "Angels in America" (Ángeles en Estados Unidos, 2004), dirigida por Mike Nichols y ambientada en la ciudad de Nueva York a mediados de los ochenta, presenta magistralmente la oposición entre esa nueva enfermedad y la religión. El lugar y la fecha son muy significativos porque son el momento y el lugar exactos donde surge esa enfermedad hasta entonces inusitada y que pronto se le llamó Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida (SIDA).

La serie está basada en la obra homónina de Tony Kushner, que lo hizo acreedor al premio Pulitzer y, a la serie, ganadora de 11 premios en la pasada entrega de los Emmy. "Angels in America", entrelaza la circunstancia de la aparición del sida en la sociedad neoyorquina a otra más atávica de la sociedad estadounidense como lo es la religión. La iglesia fue la primera en condenar a los contranatura infectados como el castigo divino por su conducta y como muestra fehaciente de la proximidad del fin del mundo. La religión (judía, musulmana, católica, protestante o cualquiera que esta sea) en Estados Unidos se practica muy ortodoxamente y no está mal visto proclamarla, no existe el laicismo ni en las escuelas ni en el gobierno como en nuestro país. Esto es, por ejemplo, lo que lleva a Bush a hacer una guerra contra Medio Oriente, porque se cree el elegido para transmitir los mensajes divinos que recibe que le aconsejan una guerra; los mismos mensajes que se hicieron plasmar en el Destino Manifiesto (“God bless America” o “In God we trust”). Jesucristo contra Alá: el choque de dos sociedades en lo esencial fundamentalistas.

Un influyente abogado judío interpretado por Al Pacino quien, en un momento, dice acostarse con hombres sólo por buscar el placer (“No por ser homosexual”, según aclara). Un mormón gay de clóset casado con una enferma de sus facultades mentales y la madre de este (interpretada por Meryl Streep), mormona ortodoxa que vive en el estado mormón por excelencia, Utah. Un enfermo de sida elegido para ser el profeta del nuevo mundo, según se lo transmite Emma Thompson en el papel de un ángel. Un enfermero gay y negro responsable de cuidar del eminente abogado quien, además, por sus influencias ha podido conseguir el único medicamento entonces confiable para la enfermedad, el AZT. Estos son algunos de los protagonistas de esta miniserie que se relacionan invariablemente entre la tragedia y la comedia a partir, desde luego, de la religión que profesan.

Aunque antes, sobre la aparición del sida en esa década había sido mostrada en las cintas "Long time compagnion" (1995), "Jeffrey" (1995), "Love! Valour! Compassion!" (1997) y muy reciente pero veladamente en "The Trip" (2003), cintas donde se perciben las relaciones sociales en un grupo homogéneo a partir de esa enfermedad, el primer documental en revelar la ríspida relación entre homosexualidad y religión fue "Temblando ante Dios" (2002), un documental que muestra a un grupo de hombres homosexuales judíos rechazados por sus ortodoxas familias a causa de su orientación sexual.

La gran virtud de "Angels in America" es llevarnos a ese tiempo, que en apariencia no sigue siendo tan lejano, y a ese lugar para volver sobre un tema que está cimbrando a muchas sociedades en todo el mundo. Desde ese otro punto de vista, con grandes actores y una gran producción, "Angels in America" nos hace sentir y nos dice, parafraseando a los zapatistas, que actualmente todos tenemos sida. Lo anterior se confirma cuando números escabrosos dicen que en unos años todos estaremos ligados, directa o indirectamente, a una persona infectada. No se puede seguir siendo indiferente ante esta pandemia, combatirla implica enfrentar también nuestros tabús uno de los cuales es la religión.

2 comentarios:

a. dijo...

todos tenemos sida mental.

nacho dijo...

Me cuesta trabajo pensar en estos términos, por eso mejor pienso en otros términos, en términos de que el SIDA es como la sífilis o la tuberculosis, enfermedades pasajeras de una especie cuyo destino apenas está por escribirse. Estas líneas forman parte de esa escritura.
Saludos.