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18.9.11
[Sobre la biblioteca de José Luis Martínez]
Una vez en clase, Huberto Batis nos contó que, cuando quiso donar su biblioteca al Centro de Estudios Literarios, perteneciente al Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, lo mandaron de regreso con su generoso regalo: eran más de 25 mil libros y la biblioteca del Centro —del que Batis había sido director— no tenía capacidad para almacenarlos ni el personal para catalogar tanto material. Tantos libros, nos explicó Batis, fueron llegando a la redacción de sábado, el suplemento cultural de unomásuno, a lo largo de los casi 20 años que dirigió con gran tino una de las publicaciones culturales fundamentales de la segunda mitad del siglo XX mexicano. Y aunque el propio Batis había construido su casa de Tlalpan (otra anécdota contada en clase), en la que consideró un buen espacio para su biblioteca, eran tantos libros que en un arranque decidió donarlos, pero no contaba con la negativa que iba a encontrarse.
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