29.7.08
25.7.08
23.7.08
[HOY]
17.7.08
11.7.08
Yo escribo una primera versión, la deshago, la reescribo, la dejo reposar, la vuelvo a leer y me enfurece de lo mala que es, entonces, la rehago, la pulo y, a veces, la publico. Pero ya publicada me doy cuenta que es ¡espantosa! Hay cacofonías, aliteraciones, palabras y conceptos repetidos, uso muchas paráfrasis, oraciones largas, con varias subordinadas, que enredan todo y no se entiende nada... ¡escribir se ha convertido en mi peor tortura!
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¿Por qué siempre que se van dejan impregnado su aroma en mi piel?
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Luna, llévale el calor de mis palabras...
Canta la León, una rola que él me dio (por cierto, no lo veré, cuando él llegue a la Ciudad yo estaré en el Puerto).
9.7.08
[Pronto...]
Vigoroso librito de primeros amores y primeros aullidos, No recuerdo el amor sino el deseo logra, en su frescura inaugural, conciliar las más variadas vocaciones vitales y artísticas, gracias a su maestría y limpidez formales, y al decidido tono personal de su voz lírica, capaz de lo sentencioso, lo sibilino, lo vitalista, lo estético, lo delirante.
Poesía del lenguaje y de la imaginación, pero sobre todo de sus episodios íntimos y terrestres, a corazón abierto (pero en versos decantados), este libro acoge -como si varios tomos que se refractaran y condensaran en un rápido mosaico mínimo- multitud de tonos, de voces y de intereses apasionadísimos, que intercambian guiños poliédricos. Logra así, felizmente, la estricta poesía-del-poema, pero también, y en buena hora, la poesía-del-poeta-mismo y de su minuciosa verdad juvenil, concreta, en carne viva.
Artífice y aventurero desaforado -pero de atar- de su vida y de sus versos; onírico romántico y callejero simbolista (incluso con cierta nostalgia cancionera); caótico coloquial y sensato hipermetafórico; entusiasta carnal y desesperado del espíritu, Sergio Téllez-Pon ha decidido no sacrificar ninguna de las numerosas y entusiastas señales de su identidad, apostándole incluso a la furia, al caos y al trance: a una toda-la-lira que sea toda-la-entraña.
Libro exultante de salmos de dolor, de lubricidad, de ensueños, de caos. Declaración de amor loco a la loca poesía misma. Pero sobre todo un oratorio terco en radical defensa del deseo (múltiple, exasperado y hasta pirotécnico en su lenguaje enardecido) entre las mallas de la desrealidad y la desesperanza.
5.7.08
4.7.08
[Téllez-Pon sobre García Baena en Laberinto]
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El pretexto es: "mucho trabajo, mucho trabajo" o "estaba muuuuy pedo, sorry lo siento".