1.7.07

[El guardián del hielo]

Hace unos meses, cuando recién había muerto Watanabe, mi queridísimo amigo Ehitel me habló en particular de este poema del genial poeta peruano que yo desconocía. Hoy aparece en el suplemento La Jornada Semanal y aquí lo copio:

El guardián de hielo

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esta situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardián del hielo.

*

Ah! Las cosas simples de la vida...

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