28.7.06

[Deniz, Mine y yo]

Sí, hoy por la mañana Mine (quien llegó de Mty apenas hace dos días) y yo estuvimos con el melómano, políglota, químico orgánizo y, en cuarto lugar, gran poeta Juan Almela alías Gerardo Deniz. Me desvelé un poco y a las 9 a.m. Mine ya me estaba levantando de la cama para que no se nos hiciera tarde e ir hasta la colonia Del Valle a visitar a nuestro idolatrado escritor. Mine vino a verlo porque está haciendo sus estudios de posgrado de los cuales se graduará con una tesis sobre la poesía de Deniz. Como digo, Mine apenas llegó hace un par de días, ayer le llamó y hoy ya nos recibió. Sobra decir que con gran amabilidad, sin ninguna petulacia o mamonería que tanto se da entre los escritoretes que se dan ínfulas de pequeños dioses inalcanzables. De hecho, Mine le contó que había investigado mucho, preguntándole a algunas personas sobre cómo podría contactarlo para visitarle y que un par de esas persones le dijeron que era difícil porque él siempre andaba de viaje o que habría que concertar la cita con su asistente (¡no mamen! ¡Ay qué tentación revelar los nombres!). Deniz, con su auténtica modestia se apenó mucho y nos hizo ver que, en efecto, todo eso era absurdo pues allí estábamos, con él, platicando amenamente pues siempre suelta uno que otro chiste dentro de la conversación. Bueno, Mine le hizo la entrevista respectiva y yo le ayudé lanzando algunas preguntas al aire, sin incoherencia, como suelo hacer cuando estoy ante alguien que admiro. La verdad es que yo pensé que estaba realmente muy enfermo y aunque es una persona grande (72, casi a cumplir 73 años el próximo 15 de agosto, según nos reveló), y aunque ciertamente se ve cansado y un poco enfermo, su semblante es elegante, firme, me atrevo a decir que es una persona mayor muy guapa (y no como lo presenta la fea foto esa que viene en la solapa de Erdera). En fin, nos desvivimos en agradecerle que nos allá recibido y él, una vez más, se apenó, nos dijo que no había por qué agradecer nada, aunque las aceptaba gustoso y con estima. ¡Qué paz! ¡Cuánta sabiduría! ¡Cuán hermoso! ¡Ay, con ganas de volver e ir a verlo! Sin embargo, debo confesar que no salí en ese estado de levitación que me embarga cuando salgo de casa de mi amado Vallejo o cuando salía de las clases ilustradorsísimas de mi adorado maestrito Alatorre. ¡Pero cuánta paz y cuánta tranquilidad! ¡Mil gracias Juan Almela-Gerardo Deniz por existir!

No hay comentarios.: