Un poeta menor--aunque mi maestro Alatorre diga lo contario-- recibió el premio Latinoamericano y del caribe Juan Rulfo que año con año inaugura la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En agosto pasado, el condecorado hizo expresiones sobre la obra del jalisciense que incomodaron a la familia (encargada de velar por el buen uso--para su abuso-- de la figura beatificada por toda la crítica literaria del mundo). Es por esto que la familia ha pedido que le quiten el nombre del autor de "Pedro Páramo" al premio.
En algo tiene razón la familia Rulfo: el premio se ha dado a personas que ya han recibido el Octavio Paz y prácticamente con el mismo jurado (Domínguez Michael ataca por sectarios a los jurados del Romulo Gallegos y él hace lo mismo: cuando fue jurado del Paz se lo dio a Segovia y ahora que le tocó ser jurado del Rulfo se lo dio a... Sevogia, again); contraviniendo así los principios del premio.
La postura de las dos partes nos parece, digamos, excesivas. Ni los jurados deben ser críticos criticones que escriben con el higado, con lo cual se evitaría que poemtas menores lo recibieran (¡ese premio era de Eielson!, reitero), ni la familia debería tomar esa postura tan intransigente.
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