Por el blog del peruano Thays, me entero que uno de los poetas más portentosos de la lengua española, Jorge Eduardo Eielson (Lima, Perú, 1924) celebra 80 años de vida (aunque algunos toman como fecha 1921). Veo en mi historial y creo que no he posteado este maravilloso poema de Eielson. Va para conmemorar con él esta fecha más que merecida.
Campidoglio
usted no sabe cuánto pesa
un corazón solitario
hay noches en que la lana oscura
la lana tibia que me protege
llega hasta el cielo
y mientras duermo mientras respiro
mientras sollozo
se me derrama la leche hirviendo
sobre la cara
y entonces una máscara magnífica
con la sonrisa del rey de espadas
cubre mi llanto
y todo eso no es nada todavía
usted no me creerá
pero luchar luchar luchar
todas las noches con un tigre
hasta convertirlo en una magnolia
y despertarse
despertarse todavía y no sentirse
aún cansado y rehacer aún
raya por raya el mismo tigre odiado
sin olvidar los ojos los intestinos
ni la respiración hedionda
todo eso para mí
es mucho más fácil mucho más suave
créame usted
que arrastrar todos los días
el peso de un corazón desolado
*
En un par de semanas podrán encontrar en librerías el libro más reciente de Eielson. He aquí los datos:
Jorge Eduardo Eielson, De Materia verbalis, México, Aldus / ElDorado / Conaculta-Fonca, Col. Los poetas. Ilustraciones de Michele Mulas, 2005, 176 págs.
31.10.05
29.10.05
[Más sobre la pureza]
Más sobre la pureza
Eugénio de Andrade
(Trad. Ángel Crespo)
No me gustaría insistir, pero la belleza de los jóvenes que se aman es melancólica. No saben todavía que el deseo de muerte es más perverso, que sólo una cosa los tornaría puros: robar el fuego e incendiar la ciudad.
Eugénio de Andrade
(Trad. Ángel Crespo)
No me gustaría insistir, pero la belleza de los jóvenes que se aman es melancólica. No saben todavía que el deseo de muerte es más perverso, que sólo una cosa los tornaría puros: robar el fuego e incendiar la ciudad.
24.10.05
[¿Pensar?]
Domingo de peda, lunes de cruda. Una maravillosa noche fría, dormir adherido (esa es la palabra) a su cuerpo. Dormir poco; casi nada.
¿Sexo?... ¡Qué importa!
¡Dios mía! (la frase clave de la noche fría) . Perra mata lista (carcajadas incesantes). La 15 millones. (Después de esto deben oirse estruendosas carcajadas). Competencia de mejores estimulantes (euforia al ritmo de Gwen Stephanie, Fangoria, Ely Guerra, etc...)
El cuerpo no cedió. Después de días de presión, correr, armar, emsamblar, barrer (dicen que eso fue un performance). "Las 41 thalis-lokas-con-vestidas-atrás-y-borracho". Agotados. Agotados=no hay otros como nosotros; somos irrepetibles. El cuerpo resiste.
Amanecía y seguían las risas. Adherido a su cuerpo. Dormía sobre mi regazo, mientras lo abrazaba y cuidaba que nada turbara su sueño.
¿Cómo puede pensar mi cabeza en eso si estoy en estado catatónico? ¿Es la idea fija del día?
Marlene, ¿am I falling in love again?
El invierno en esta ciudad es cálido: el aire (frío) se lleva las nubes y por eso hace un calor de la chingada. Mis labios están resecos de tanto besarlo.
¿Sexo?... ¡Qué importa!
¡Dios mía! (la frase clave de la noche fría) . Perra mata lista (carcajadas incesantes). La 15 millones. (Después de esto deben oirse estruendosas carcajadas). Competencia de mejores estimulantes (euforia al ritmo de Gwen Stephanie, Fangoria, Ely Guerra, etc...)
El cuerpo no cedió. Después de días de presión, correr, armar, emsamblar, barrer (dicen que eso fue un performance). "Las 41 thalis-lokas-con-vestidas-atrás-y-borracho". Agotados. Agotados=no hay otros como nosotros; somos irrepetibles. El cuerpo resiste.
Amanecía y seguían las risas. Adherido a su cuerpo. Dormía sobre mi regazo, mientras lo abrazaba y cuidaba que nada turbara su sueño.
¿Cómo puede pensar mi cabeza en eso si estoy en estado catatónico? ¿Es la idea fija del día?
Marlene, ¿am I falling in love again?
El invierno en esta ciudad es cálido: el aire (frío) se lleva las nubes y por eso hace un calor de la chingada. Mis labios están resecos de tanto besarlo.
[Revistero]
Querido, hipócrita, ocioso lector, lectora, lectore:
Invítolo a leer mis modestos textitos en:
*"Los valles saqueados de la líbido" en Alforja, núm 33. Un texto que preparé, según se leerá, por encargo y como adenda a la selección de poesía gay que mis amigos Luis Antonio de Villena y Harld Alvarado Tenorio hicieron y se publicó en el número 29.
*"La susodicha televisón cultural" en Replicante núm. 5, que empezará a circular en la primera semana de noviembre.
*"Reinaldo Arenas y el desgarrador exilio" en Líneas de fuga, revista de la Casa Refugio Citlaltépetl, núm. 16. [En este último, me corrigieron gacho el remate y sueno de una petulancia que ni yo mismo me permito, va una disculpa anticipada si el final le queda un sabor amargoso en la boca.]
*
Anuncio: Este miércoles 26 se inaugura la expo "Sebastiano mártir" de Sebastián Freire (¡desde el mismísimo Baires, che!) en la R-38 del Claustro de sor Juana, a las 10:30 a.m. (tempra porque hay clases).
Invítolo a leer mis modestos textitos en:
*"Los valles saqueados de la líbido" en Alforja, núm 33. Un texto que preparé, según se leerá, por encargo y como adenda a la selección de poesía gay que mis amigos Luis Antonio de Villena y Harld Alvarado Tenorio hicieron y se publicó en el número 29.
*"La susodicha televisón cultural" en Replicante núm. 5, que empezará a circular en la primera semana de noviembre.
*"Reinaldo Arenas y el desgarrador exilio" en Líneas de fuga, revista de la Casa Refugio Citlaltépetl, núm. 16. [En este último, me corrigieron gacho el remate y sueno de una petulancia que ni yo mismo me permito, va una disculpa anticipada si el final le queda un sabor amargoso en la boca.]
*
Anuncio: Este miércoles 26 se inaugura la expo "Sebastiano mártir" de Sebastián Freire (¡desde el mismísimo Baires, che!) en la R-38 del Claustro de sor Juana, a las 10:30 a.m. (tempra porque hay clases).
15.10.05
[Epistolario V]
Chez Medea, le contesto públicamente para decirle que no, no he leido nada de Pinter. Lo único que tengo de él en mi muy modesto acervo, si mal no recuerdo, es un fragmento de una obrita que publicaron en algún número de una revista en la que trabajé hace muchos años y gracias a la cual ando metido en estos ajos de la escritura.
NO es la academia sueca de ciencias, sino la de la Lengua Sueca la que año tras año ignora al portento que es Vargas Llosa. Leí el jueves en Milenio la opinión de un escritor catalán quien decía que deberían dárselo al mexicano Sergio Pitol. Esos son tamaños. Mira que poner la obra (respetable, pero en lo particular muuuuy aburrida de Pitol) a la altura de la de Vargas Llosa esos son tamaños. Es tan osado como cuando alguna escritora andina dijo que le deberían dar el premio de los tantos de millones de coronas suecas a la autora de Harry Potter,sólo porque ha uesto a leer a media humanidá.
Como siempre, también, la academia sueca de la lengua sueca (única, de ellos y para ellos o ¿hay otro país dodne se hable sueco?) da la sorpresa y premia a uno que no estaba en la quiniela. Así ha sucedido con el franco-chino (también dramaturgo), Coetzee y Jelinek.
Los dramaturgos, por su parte, han de estar que no caben. El último gran dramaturgo premiado fue el italiano Dario Fo que era más conocido que el franco-chino (¿cómo se llama, cómo se escribe, cómo se pronuncia?)
Finalmente, a estas alturas de la vida ya no importa qué hayamos leído del premiado. De lo que hay que estar pendiente de ahora en adelante es en sus posturas políticas, contra quién declara. Al paso que vamos, el Nobel de la paz y el de literatura se fusionarán y habrá más candidatos (escritores y activistas) compitiendo por un mismo premio. (La academia sueca ya ha dado muestras de ello premiando a Sir Winston Churchill con el de Literatura y no el de la Paz). Un abrazo afectuosísimo,
Su Penélope.
NO es la academia sueca de ciencias, sino la de la Lengua Sueca la que año tras año ignora al portento que es Vargas Llosa. Leí el jueves en Milenio la opinión de un escritor catalán quien decía que deberían dárselo al mexicano Sergio Pitol. Esos son tamaños. Mira que poner la obra (respetable, pero en lo particular muuuuy aburrida de Pitol) a la altura de la de Vargas Llosa esos son tamaños. Es tan osado como cuando alguna escritora andina dijo que le deberían dar el premio de los tantos de millones de coronas suecas a la autora de Harry Potter,sólo porque ha uesto a leer a media humanidá.
Como siempre, también, la academia sueca de la lengua sueca (única, de ellos y para ellos o ¿hay otro país dodne se hable sueco?) da la sorpresa y premia a uno que no estaba en la quiniela. Así ha sucedido con el franco-chino (también dramaturgo), Coetzee y Jelinek.
Los dramaturgos, por su parte, han de estar que no caben. El último gran dramaturgo premiado fue el italiano Dario Fo que era más conocido que el franco-chino (¿cómo se llama, cómo se escribe, cómo se pronuncia?)
Finalmente, a estas alturas de la vida ya no importa qué hayamos leído del premiado. De lo que hay que estar pendiente de ahora en adelante es en sus posturas políticas, contra quién declara. Al paso que vamos, el Nobel de la paz y el de literatura se fusionarán y habrá más candidatos (escritores y activistas) compitiendo por un mismo premio. (La academia sueca ya ha dado muestras de ello premiando a Sir Winston Churchill con el de Literatura y no el de la Paz). Un abrazo afectuosísimo,
Su Penélope.
13.10.05
[Nadie es nada]
El poeta Juan Manuel Roca (Medellín, Colombia, 1946), ganó este año en su país el prestigioso Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura por la publicación del libro La hipótesis de Nadie. Con ese motivo, el Fondo de Cultura Económica de Colombia edita esta imprescindible antología personal de la obra de Roca, Cantar de lejanía (FCE-Colombia, 2005).
Roca pasó su niñez en París y parte de su juventud en México. Además, tuvo un tío poeta, Luis Vidales, quien sin duda influyó en la formación del sobrino. Para el poeta colombiano, Harold Alvarado Tenorio, esta influencia se da porque, según explica, “ambos son irracionales en poesía, no respetan ley alguna y son arbitrarios y pendencieros, es decir, vanguardistas”.
En Roca hay dos manantiales: la demencia de la escritura automática y el acierto para criticar con saña los actos del establecimiento. Según Alvarado Tenorio, Roca es “la encarnación de un profeta que desprecia el trabajo como lo entiende el burgués, así no desdeñe ahora los placeres que ofrece este mundo ni haya vendido, del todo, su alma al diablo en una noche de Walpurgis”.
Por su parte, el poeta chileno Gonzalo Rojas, no duda en confesar, hacía el final del prólogo a Cantar de lejanía: “Me hubiera gustado escribir muchos de sus textos. Tanta es la afinidad entre visión y lenguaje entre los dos”. Es decir, lo que surge de la semejanza en la visión del mundo y de la utilización del lenguaje culmina en la feliz coincidencia de sus poéticas, del tono. Sobre esto último, el gran poeta chileno prosigue: “Poeta mío entre los míos, lo que más celebro en él es la fiereza, esa amarra entre vida y poesía que llega a lo libérrimo, el tono, el tono, como dijo Vallejo, el epicentro de decir el Mundo”. Ese tono sencillo, bien dosificado de la poesía de Roca, que viene con la mesura del verso, resulta desastroso al combinársele con el arma más letal del mundo: la palabra. De ahí que la suya sea una poesía asombrosa.
El tono cambia en la obra de Roca, va de los poemas un tanto satíricos de Luna de ciegos de 1975 y de Los ladrones nocturnos de 1977, a los de una atmósfera muy rulfiana de Tríptico de Comala de 1989; y de esos poemas que describen la desgarradora vida política y social colombiana de País secreto de 1987, a los interioristas Monólogos aparecidos en 1994. Y, finalmente, los poemas apocalípticos de Las hipótesis de Nadie y Poemas sin libro, con los que se cierra este Cantar de lejanía.
Por ejemplo, este tono desgarrado es perceptible en “Una carta rumbo a Gales” donde no hay mensajero ni destinatario y quien escribe está atrapado, sin salida. Los colombianos, y todo el mundo, saben que no es necesario comentar un texto como este. Todo está muy fresco a nuestro alrededor, la sangre no termina de secarse ni en las paredes, ni en los andenes, ni en las caballerizas, ni sobre las aguas de los ríos.
Por su parte, el germen de Las hipótesis de Nadie, un libro en verdad notable como pocos, se encuentra en su poema “Breve historia de Nadie” del libro Pavana con el diablo de 1990:
Dice el señor Nabokov que la literatura no nació cuando un niño de una valle del Neandertal llegó gritando: ¡Un lobo!, ¡un lobo!, y tras de él, cuatro patas al aire, un lobo gris blandía su lengua chasquante.
Dice, mejor, que la literatura nació cuando un niño de un valle del Neandertal llegó gritando: ¡un lobo!, ¡un lobo!, y tras de él nadie venía.
Desde entonces, nadie es un eterno personaje, un fantasma en los valles del poema.
Dieciséis años después, en Las hipótesis de Nadie, Roca ampliará a detalle esta poética del Nadie. Nadie, dijo el maestro de retórica Abel Martín, según Machado, es la personificación de la nada. El mundo póetico de Roca sucede donde reina en el caos, y la individualidad ha desaparecido, Nadie es, puesto que todos quieren ser Alguien.
Por eso, el Premio Nacional de Poesía por parte del Ministerio de Cultura colombiano fue un justo reconocimiento a esta obra; ahora, por su parte, el Fondo de Cultura Económica pone en manos del lector Cantar de lejanía para que le otorgue otro premio, el más preciado: su lectura.
*
Cantar de lejanía de Juan Manuel Roca se presenta este sábado en el café literario de la Feria del Libro del Zócalo a las 15 hrs. Presentarán Marco Antonio Campos y el autor, presentados por José Ángel Leyva.
Roca pasó su niñez en París y parte de su juventud en México. Además, tuvo un tío poeta, Luis Vidales, quien sin duda influyó en la formación del sobrino. Para el poeta colombiano, Harold Alvarado Tenorio, esta influencia se da porque, según explica, “ambos son irracionales en poesía, no respetan ley alguna y son arbitrarios y pendencieros, es decir, vanguardistas”.
En Roca hay dos manantiales: la demencia de la escritura automática y el acierto para criticar con saña los actos del establecimiento. Según Alvarado Tenorio, Roca es “la encarnación de un profeta que desprecia el trabajo como lo entiende el burgués, así no desdeñe ahora los placeres que ofrece este mundo ni haya vendido, del todo, su alma al diablo en una noche de Walpurgis”.
Por su parte, el poeta chileno Gonzalo Rojas, no duda en confesar, hacía el final del prólogo a Cantar de lejanía: “Me hubiera gustado escribir muchos de sus textos. Tanta es la afinidad entre visión y lenguaje entre los dos”. Es decir, lo que surge de la semejanza en la visión del mundo y de la utilización del lenguaje culmina en la feliz coincidencia de sus poéticas, del tono. Sobre esto último, el gran poeta chileno prosigue: “Poeta mío entre los míos, lo que más celebro en él es la fiereza, esa amarra entre vida y poesía que llega a lo libérrimo, el tono, el tono, como dijo Vallejo, el epicentro de decir el Mundo”. Ese tono sencillo, bien dosificado de la poesía de Roca, que viene con la mesura del verso, resulta desastroso al combinársele con el arma más letal del mundo: la palabra. De ahí que la suya sea una poesía asombrosa.
El tono cambia en la obra de Roca, va de los poemas un tanto satíricos de Luna de ciegos de 1975 y de Los ladrones nocturnos de 1977, a los de una atmósfera muy rulfiana de Tríptico de Comala de 1989; y de esos poemas que describen la desgarradora vida política y social colombiana de País secreto de 1987, a los interioristas Monólogos aparecidos en 1994. Y, finalmente, los poemas apocalípticos de Las hipótesis de Nadie y Poemas sin libro, con los que se cierra este Cantar de lejanía.
Por ejemplo, este tono desgarrado es perceptible en “Una carta rumbo a Gales” donde no hay mensajero ni destinatario y quien escribe está atrapado, sin salida. Los colombianos, y todo el mundo, saben que no es necesario comentar un texto como este. Todo está muy fresco a nuestro alrededor, la sangre no termina de secarse ni en las paredes, ni en los andenes, ni en las caballerizas, ni sobre las aguas de los ríos.
Por su parte, el germen de Las hipótesis de Nadie, un libro en verdad notable como pocos, se encuentra en su poema “Breve historia de Nadie” del libro Pavana con el diablo de 1990:
Dice el señor Nabokov que la literatura no nació cuando un niño de una valle del Neandertal llegó gritando: ¡Un lobo!, ¡un lobo!, y tras de él, cuatro patas al aire, un lobo gris blandía su lengua chasquante.
Dice, mejor, que la literatura nació cuando un niño de un valle del Neandertal llegó gritando: ¡un lobo!, ¡un lobo!, y tras de él nadie venía.
Desde entonces, nadie es un eterno personaje, un fantasma en los valles del poema.
Dieciséis años después, en Las hipótesis de Nadie, Roca ampliará a detalle esta poética del Nadie. Nadie, dijo el maestro de retórica Abel Martín, según Machado, es la personificación de la nada. El mundo póetico de Roca sucede donde reina en el caos, y la individualidad ha desaparecido, Nadie es, puesto que todos quieren ser Alguien.
Por eso, el Premio Nacional de Poesía por parte del Ministerio de Cultura colombiano fue un justo reconocimiento a esta obra; ahora, por su parte, el Fondo de Cultura Económica pone en manos del lector Cantar de lejanía para que le otorgue otro premio, el más preciado: su lectura.
*
Cantar de lejanía de Juan Manuel Roca se presenta este sábado en el café literario de la Feria del Libro del Zócalo a las 15 hrs. Presentarán Marco Antonio Campos y el autor, presentados por José Ángel Leyva.
12.10.05
[La infinita alegría de yirear sin rumbo]
Hace muchos años, la figura del poeta era lo más cercano al pueblo (culturalmente hablando). El poeta escribía para el grueso de la población y ésta estaba al tanto de la constante producción de su poeta predilecto, tanto, que los poemas se memorizaban y eran declamados a la menor provocación. Después, en general, los poetas se engolosinaron y empezaron a escribir unas cosas verdaderamente inteligibles para las masas y, en gran medida (aunque también por otros factores), fue por esto que perdieron público, lectores y declamadores. En esa embriaguez siguen muchos y es por eso que cada vez hay menos lectores de poesía.
Para contrarrestar lo anterior, el poeta argentino Washington Cucurto (quien nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973 llamándose Santiago Vega) ha ido a los temas que le interesan a ese grueso de la población. Para decirlo sencillamente, la montaña ha ido a Mahoma. En Hatuchay (El billar de Lucrecia, 2005), el poemario más reciente del bonaerense, poetiza todo eso que es propio de la cultura popular, de los bajos fondos y de los barrios marginales. Sobre esto último, Sergio Valero, el prologuista, dice que Hatuchay es “un libro de barrio bajo y versos altos, muy altos”. Y desde luego, tiene razón.
Ya en 1997, Cucurto había publicado su primer libro de poemas Zelarayán en donde describía la violación de una púber mujer de ojos rasgados; eso le consiguió que el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fé quemara su libro frente a la biblioteca local y lo declarara persona non grata al llamarlo “denigrante, xenófobo y pornográfico”. Recientemente ha alcanzado fama continental al ser uno de los principales promotores de la muy popular editorial Eloísa cartonera.
Cucurto vive en el barrio Once de Septiembre, el barrio marginal de Buenos Aires, como los hay en todas las capitales latinoamericanas, anunciadoras del fin del mundo: Sao Paolo, Santiago, Lima, Bogotá, Caracas, La Habana y la Ciudad de México. Es gracias a ese barrio que Cucurto, según me cuentan, no escucha otro género musical que no sea la cumbia. Dice Cucurto en “Un día tus hijos te preguntarán por él”, el poema con que abre Hatuchay:
Los Ídolos mueren, los multimillonarios mueren,
los patrones mueren, pero los puestos callejeros
del Once no morirán nunca.
Sólo así, también, se entiende que los personajes que desfilan por las páginas de Hatuchay sean los posters de Ricky Martin, José Feliciano, Enrique Iglesias, Rodrigo, Los Lamas, Sombras, pegados en la pared del cuarto; una migrante ucraniana cuyo laburo es volantear en la calle; los ya referidos puestos callejeros del Once; uruaguayitos, limeñas, brasileñas con olor a perfume barato y toda esa “fauna onceava” a la que, evidentemente, Cucurto dedica sus versos. Y para seguir, o sólo para iniciar, con “la infinita alegría de yirear sin rumbo”, Cucurto cierra Hatuchay con un poema en verdad excepcional: “Bautismo de Baltazar Vega”:
Mi padre se portó peste en el bautismo de mi hijo Baltazar.
Se fue de raya, se fue pal’carajo.
Hasta acá llegaron sus andanzas, mismito le bajo el pulgar
y lo fleteo pal’ lado de los kinotos.
Hasta esta tarde llegaron sus 85 años de bardos e incendios,
peleas y borracheras, atracos y corridas.
Mi padre es lo peor.
40 años, 40 tristes años tengo yo, y desde que nací que lo vengo soportando y el buen señor no paró ni un minuto.
40 tristes años tapándole borracheras, deudas, peleítas en la calle.
Hace una semana lo echaron del Hospital por tocar a una enfermera.
Esto mi madre no lo sabe.
“Sonrían que esto es una fiesta y no un matadero”,
les dijo el cura a las 20 familias bautismales.
Este poema continúa y su tono sube hasta grados que recuerdan a los más altos poemas de la lengua española.
Si Cucurto ya se ha acercado al barrio, ahora es justo que todos vayamos a sus poemas y leamos Hatuchay.
Para contrarrestar lo anterior, el poeta argentino Washington Cucurto (quien nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973 llamándose Santiago Vega) ha ido a los temas que le interesan a ese grueso de la población. Para decirlo sencillamente, la montaña ha ido a Mahoma. En Hatuchay (El billar de Lucrecia, 2005), el poemario más reciente del bonaerense, poetiza todo eso que es propio de la cultura popular, de los bajos fondos y de los barrios marginales. Sobre esto último, Sergio Valero, el prologuista, dice que Hatuchay es “un libro de barrio bajo y versos altos, muy altos”. Y desde luego, tiene razón.
Ya en 1997, Cucurto había publicado su primer libro de poemas Zelarayán en donde describía la violación de una púber mujer de ojos rasgados; eso le consiguió que el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fé quemara su libro frente a la biblioteca local y lo declarara persona non grata al llamarlo “denigrante, xenófobo y pornográfico”. Recientemente ha alcanzado fama continental al ser uno de los principales promotores de la muy popular editorial Eloísa cartonera.
Cucurto vive en el barrio Once de Septiembre, el barrio marginal de Buenos Aires, como los hay en todas las capitales latinoamericanas, anunciadoras del fin del mundo: Sao Paolo, Santiago, Lima, Bogotá, Caracas, La Habana y la Ciudad de México. Es gracias a ese barrio que Cucurto, según me cuentan, no escucha otro género musical que no sea la cumbia. Dice Cucurto en “Un día tus hijos te preguntarán por él”, el poema con que abre Hatuchay:
Los Ídolos mueren, los multimillonarios mueren,
los patrones mueren, pero los puestos callejeros
del Once no morirán nunca.
Sólo así, también, se entiende que los personajes que desfilan por las páginas de Hatuchay sean los posters de Ricky Martin, José Feliciano, Enrique Iglesias, Rodrigo, Los Lamas, Sombras, pegados en la pared del cuarto; una migrante ucraniana cuyo laburo es volantear en la calle; los ya referidos puestos callejeros del Once; uruaguayitos, limeñas, brasileñas con olor a perfume barato y toda esa “fauna onceava” a la que, evidentemente, Cucurto dedica sus versos. Y para seguir, o sólo para iniciar, con “la infinita alegría de yirear sin rumbo”, Cucurto cierra Hatuchay con un poema en verdad excepcional: “Bautismo de Baltazar Vega”:
Mi padre se portó peste en el bautismo de mi hijo Baltazar.
Se fue de raya, se fue pal’carajo.
Hasta acá llegaron sus andanzas, mismito le bajo el pulgar
y lo fleteo pal’ lado de los kinotos.
Hasta esta tarde llegaron sus 85 años de bardos e incendios,
peleas y borracheras, atracos y corridas.
Mi padre es lo peor.
40 años, 40 tristes años tengo yo, y desde que nací que lo vengo soportando y el buen señor no paró ni un minuto.
40 tristes años tapándole borracheras, deudas, peleítas en la calle.
Hace una semana lo echaron del Hospital por tocar a una enfermera.
Esto mi madre no lo sabe.
“Sonrían que esto es una fiesta y no un matadero”,
les dijo el cura a las 20 familias bautismales.
Este poema continúa y su tono sube hasta grados que recuerdan a los más altos poemas de la lengua española.
Si Cucurto ya se ha acercado al barrio, ahora es justo que todos vayamos a sus poemas y leamos Hatuchay.
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