Nada el pez chino
a lo largo del cuerpo.
La cola incendia
el agua que desplaza.
Muerde lo pezones,
hurga en el pelo,
se apacigua un momento
entre las piernas
y después nada.
Francisco Hernández. El corazón y su avíspero. FCE. 2004. p. 18.
23.3.05
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Hola, Sergio.
Publicar un comentario