15.5.06

[Crónica de unos días a su lado]

Fetichista como soy, caí estrepitosamente en su cuerpo gracias a sus manos: velluditas, las venas un poco resaltadas, de piel clara, dedos armoniosamente formados y las uñas recortadas. Sus manos, pues, me llevaron a su cuerpo estilizado gracias a las horas en el gimnasio (y la dieta estricta y los suplementos alimenticios), sus labios carnosos y húmedos, sus pies hermosos atenuados por su pequeñez. Su cultura me deslumbra, su inteligencia me azora, su edad me humilla.

El jueves tomamos un café en el Illy de la Condesa. El viernes por la noche fuimos a una cenita invitados por la Cerón y departimos con Pholenz, mi querida Nepote, mi entrañable Eihtel, Miriam Mabel, et. al. Amanecimos juntos, entonces fuimos a desayunar al Péndulo (él pagó y me enfurecí), fuimos al cine y él volvió a pagar y me volví a enojar, vimos (si es que en algún momento le pusimos atención): Thumbsucker. Antes, nos compramos ropa en el Sears (yo pagué). Salimos a comer, deambulamos por la ciudad. Ya un poco cansados por la desvelada nos despedimos prometiendo vernos al día siguiente. Domingo: paso el día ansioso de volverlo a ver. Llega la hora y yo llego tarde: vamos a la Cineteca y no hay nada interesante que ver, caminamos a Coyoacán y él no quiere caminar más porque está cansado del ejercicio hecho por la mañana, nos instalamos en un café y pedimos: él, té de menta, yo, capuccino de cajeta, platica larga, extensa. Luego, un brownie de chocolate recién horneado con helado de vainilla y nueces, él se resiste pero finalmente lo devora porque está delicioso. Más platica, lectura de poemas de Cernuda (¡Si el hombre pudiera decir lo que ama!) y textos divertidos de Pepe de la Colina. Afuera llovía caprichosamente. Caricias y besos ante el azoro de los comensales y meseros de un restaurante ubicado--según creíamos--en una zona open de esta hipocritona ciudad. Más tarde cena: canelones de ternera con salsa de pesto genovés. No se apiada de mi vegetarianismo y me hace comer los canelones, sobra decir que deliciosos. (Después de una larga discusión, yo pagué). Me podría pedir lo que quiera: que deje de ser vegie, que me coma una vaca entera, y lo haría. Esta semana lo veré poco, hasta el jueves porque tengo mucho trabajo y él tiene que ir armando su proyecto de beca para la Fundación para las Letras Mexicanas además de sus largas sesiones en el gimnasio. I'm falling in love again... n' over, n' over, n' over again.

No me avergüenza decir: Te Quiero. No me avergüenza decir tu nombre: Orlando.

2 comentarios:

Kickapú dijo...

Tu crónica logra lo que es muy difícil: los lectores son invitados (sintiéndose bienvenidos, subrayaría)y entran y se acomodan y disfrutan en las escenas que rememoras con placer. Los detalles la hacen tan viva como conmovedora y sensual.
Tuviste un largo día que será distentido en tu memoria muchas veces y, al final, eso es lo que importa: el recuerdo que nos deja el placer.
Ahora la broma:
Yo también soy vegetariano y,
-usando descaradamente una falacia a mi enterita conveniencia- lo que leí me hace concluir que también, a mí, en tanto vegetariano, me podrían ocurrir cosas semejantes,
jejeje, ¿o no? ¡vaya raciocinio!
Leí tu comentario en mi blog, gracias y bienvenido.

M dijo...

¿Qué ocurre?
(sonrisa de beneplácito surca mi cara)